Fernando del Paso repasa
Fernando del Paso, desde la clínica, repasa para "El País" sus tres novelas fundamentales.
José Trigo: [surge] De una imagen. Vi, desde el puente Nonoalco Tlatelolco del Distrito Federal, a un hombre alto y desgarbado caminando por las vías abandonadas del tren cargado con una pequeña caja blanca, un ataúd. Detrás iba una mujer embarazada que cortaba girasoles. [La valoro ahora] Como una novela de ambiciones desmesuradas y de una extrema complejidad, donde el lenguaje es el auténtico protagonista. Quise contar el movimiento de los ferrocarrileros que hubo en México en los cincuenta. Vivían en los furgones abandonados. Desde el punto de vista plástico, aquello era hermoso. Terrible, desde el punto de vista social. Me diagnosticaron por entonces, no había cumplido 30 años, un cáncer. Creía que iba a ser mi único libro y quise meterlo todo.
Palinuro de México: [Tuve] La idea era la de recrear mi vida como adolescente, una vida picaresca. Quise ser médico, pero me di cuenta de que me iba a quitar todo el tiempo, y me fui a economía. Los aspectos románticos de la medicina empapan todo el libro. Ahí cuento el que fui, el que quise ser, el que pude haber sido, el que pude haber querido ser.
Noticias del Imperio: Lo que aparece en el libro sólo es la punta del iceberg. Es tanto lo que se ha escrito de la época de Maximiliano que lo que llega al libro sólo es el 15% de lo que se ha leído. Un amigo me criticó por la envergadura de la obra, diciéndome que no sabía condensar. ¡Cómo que no! De las 3.000 páginas que la novela tenía quedaron unas 800. Se ha pasado como pisando huevos sobre esas figuras. Ya desde niño me fascinaba saber sobre ese emperador rubio que murió fusilado en Querétaro y sobre su mujer que le sobrevivió 60 años. Le di la voz a ella, la voz de la locura y la de la lucidez. "La imaginación, la loca de la casa", esa frase atribuida a Malebranche preside el libro
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