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Tribulaciones del cuento

Sergio Pitol en mesa de cuentistas. Fuente: milenio

Teniendo como atracciones principales a dos premios Juan Rulfo: Sergio Pitol y Rubem Fonseca, se llevó a cabo en la FIL Guadalajara el Encuentro Internacional de cuentistas, en el que participaron también escritores como Ednodio Quinteros, Luisa Valenzuela, Eraclio Zepeda y Roberto Rubiano. Coincidiendo con este encuentro, en "Babelia" Luis Antonio de Villena escribe sobre las tribulaciones del cuento que, a juzgar por la opinión que tienen sobre él los editores, cada vez se convierte más en un arte minoritario.

Dice Villena: "Lo curioso es que si el cuento (con la poesía) es la cenicienta de la literatura española, no ocurre lo propio en Hispanoamérica, tan rica en relatos. Todos sabemos que Galdós, Baroja, Aldecoa o Juan García Hortelano escribieron muchos cuentos, pero ¿quién los lee hoy? Borges -un genio- no escribió ninguna novela, sino espléndidos cuentos. Y es cierto, hace años los cuentos de Borges, de Cortázar, de Onetti, de Rulfo o incluso de autores menos clásicos como el argentino Marco Denevi o el guatemalteco Monterroso gozaban de un suficiente y férvido público lector... ¿Por qué no se lee el cuento español? ¿Somos peores cuentistas que los latinoamericanos, o acaso los propios latinoamericanos nuevos se leen menos también? Cierto que hay muchos tipos de cuento, pero desde Chéjov, Katherine Mansfield y Horacio Quiroga (cuando menos) el cuento es como un ágil pedazo de vida del que, por elipsis, sale la vida toda. Pero como es breve, ha de acentuarlo todo. El lirismo -a veces componente de la elipsis- o la narratividad rápida, que aunque pueda parecerlo no es contraria al lirismo más sutil... Curiosamente en medio de la crisis lectora o editora del cuento español (¿dónde confluyen lo editor y lo lector?) los autores que se pretenden más nuevos, hablan y editan "microrrelatos" que vendrían a ser algo así como el "haiku" del cuento. Se supone que la madre de todos los microrrelatos es aquel de Augusto Monterroso (el autor al final parecía harto de este asunto) titulado 'El dinosaurio' y que dice -casi todos lo sabemos de memoria- "cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí", que para más ajustada intención pertenece a un librito de cuentos (otros más largos, desde luego) titulado Obras completas. Tito Monterroso, bajito y amante del latín, era un tipo genial... Argentina y México -recordemos también a Juan José Arreola- están llenos de cuentistas magníficos, desde el relato clásico al microrrelato, que también usó Borges, haciéndose el apócrifo, pues qué otra cosa sino un microrrelato sería Le regret d'Heraclite: "Yo, que tantos hombres he sido, no he sido nunca / aquel en cuyo abrazo desfallecía de amor Matilde Urbach". Ah, perdón, acabo de darme cuenta, estos textos de 'Museo', Borges los incluyó en su Obra poética, de donde acaso tuviéramos que colegir que, a la postre, los problemas del cuento y del poema son vecinos... ¿Será eso? ¿Tornamos a hablar de la feroz incultura de nuestro país en estos últimos años, más de un decenio ya? Abramos un paréntesis para pensar: mientras la literatura bestsellerista se alarga (salvemos las excepciones que hay que salvar), las doradas catacumbas producen arte breve: haikus, tankas -la moda japonesa- o el microrrelato de estirpe latianoamericana... ¿por qué, insisto?

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