MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

El amigo de Levi

Carátula de la edición francesa de Si esto es un hombre de Primo Levi. Fuente: lemonde

Jean Samuel compartió con Primo Levi la reclusión en un campo de concentración. A él se le identifica con el personaje Pikolo que aparece en una de las novelas de Levi. Ahora, ha escrito un libro (que saldrá el próximo año en español por la editorial Península) donde recuerda al gran escritor italiano y también su adolescencia en Auschwitz, cuando era Pikolo.

Dice la nota: "En Si esto es un hombre, el gran libro de Levi, hay un capítulo -El canto de Ulises- en el que aparece Pikolo, que "suma a su astucia y fuerza física maneras afables y amistosas: al mismo tiempo que lleva su combate secreto y personal contra el campo y contra la muerte con valentía y tenacidad, no deja de mantener una relación humana con sus camaradas menos privilegiados". Y es ese Pikolo el que elige a Levi para que le ayude a llevar la marmita de sopa de 50 kilos de las cocinas hasta los prisioneros. Eso significa que durante dos horas, el tiempo del trayecto de ida y vuelta, ellos dos pueden hablar y gozan de una cierta autonomía, de una pizca de libertad en un lugar en el que ni tan sólo la palabra existe. Esas dos horas -"no hay que perder tiempo"- Levi las dedica a enseñarle italiano a su amigo francés. Y lo hace rememorando a Dante, un episodio de la Divina comedia. Es un momento de gran emoción. Los versos les permiten saberse hombres, comprender que la maquinaria nazi, pensada para transformarles en números, en escoria numerada, ha fracasado. Los dos häftling (detenidos) discuten sobre la superioridad de la expresión misi me, por lo que comporta de manifestación de voluntad, respecto a la traducción francesa je me mis, que no redobla la idea de que es una decisión soberana del propio Ulises la de lanzarse al mar abierto."

Terminada la guerra, los dos amigos sabrán, el uno del otro, a través de terceros. Y primero se escriben para luego darse cita, el 15 de agosto de 1947, en la frontera, junto al mar. El mar de Ulises. "Ni él ni yo teníamos pasaporte. Hubo que discutir mucho para que los aduaneros de uno y otro lado nos dejaran pasar, encontrarnos entre los dos puestos mientras ellos se quedaban con nuestros documentos de identidad. Era la primera vez que veía a Primo como hombre normal, tal y como se había autocalificado en la foto que me había enviado poco antes. Nos abrazamos. Primo me había traído naranjas y chocolates. Hablamos durante largo rato, dos horas como mínimo, reunidos en esa frontera entre nuestros dos países".

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