MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Las entrañas del Nóbel

Carta en respaldo a Juan Ramón Jiménez. Fuente: el país

Para los que estamos interesados en los dimes y diretes y cómo se mueven las cosas en las entrañas de los premios Nóbel (que levante la mano el que diga que no), el artículo publicado por "El País" al respecto no tiene pierde. Se desvelan las cartas y actas secretas de los académicos y se conocen datos como, por ejemplo, que España no apoyó la candidatura de Juan Ramón Jiménez y prefirió apoyar la de Menéndez Pidal, quien no lo ganó por anciano. Y que Unamuno no les gustaba como autor, aunque reconocían su importancia en el mundo hispano. Cosas así.
Dice la nota: "En los archivos del Nobel hay constancia de que su poesía “mística” no conquistó al comité sueco de inmediato, pese a los esfuerzos de Bowra, y a los del escritor Hjalmar Gullbert, su principal valedor en la Academia de Estocolmo. Para la institución, no dejaba de ser un intransigente en materia de arte, una criatura fuera del tiempo, que había polemizado con buena parte del universo poético hispano. El suyo no era, a priori, un perfil de Nobel, y los archivos rebelan que si lo conquistó, a la quinta convocatoria, fue también porque España llevaba demasiado tiempo sin conseguirlo. Para los académicos suecos su poesía era hierática, demasiado cerrada, difícil y elitista. Y, sobre todo, carente de “ardor”. Gullbert reconoce en uno de sus informes que Jiménez no tiene el calor vital de un Antonio Machado o un Federico García Lorca, pero, “a ninguno de los dos podemos premiarles porque han muerto en la Guerra Civil”. Los nominados de 1956, el año de su triunfo, eran más de una treintena. Nombres famosos, como Albert Camus, Graham Greene, y Ezra Pound, entre decenas de perfectos desconocidos. Uno de ellos, un tal Jorge Luis Borges. El escritor argentino fue descartado sin demasiados miramientos. “No carece de interés”, escribe uno de los miembros del Comité, “pero no destaca en absoluto entre los nominados de este año”. Un año en el que no faltaba Menéndez Pidal, con su apabullante lista de sostenedores internacionales. Pidal era un habitual en las candidaturas desde el año 1931. Pero en su caso los apoyos no surtieron efecto. Los suecos no dejan de ponerle pegas. Primero consideran que sus trabajos filológicos no encajan en el Nobel. Años después reconocen que sí. Pero para entonces, Pidal es anciano, objeta el académico Sigfrid Siwertz. “Tiene 83 años, y hace poco que se ha rechazado a [Benedetto] Croce por eso”.

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