Guillermo Martínez
Dice la reseña: "He aquí una novela que conviene leer cuidadosamente, no sólo porque es algo más –bastante más– que el relato de un mero encadenamiento de acciones, sino porque constituye una extraordinaria y precisa construcción, gracias a la cual cada elemento de la obra trasciende su aparente sustancia de contenido y descubre inesperados sentidos ocultos. Como sucede en toda buena novela, la historia es únicamente el sustento material, la armazón que permite erigir un discurso sobre la naturaleza de la ficción y su relación con una realidad posible que es tan sólo, como ya apuntó Ortega, una suma de perspectivas, una entidad huidiza, inaprensible, que apenas tolera otra cosa que acercamientos incompletos y visiones amputadas. Como en su novela anterior, Los crímenes de Oxford, Guillermo Martínez (1962) ha compuesto una obra con multitud de ingredientes propios del relato de misterio, si bien al final no se aclaran los enigmas planteados, como sucede a menudo en la realidad y porque, en resumidas cuentas, el propósito del escritor no se cifraba en resolver misterios, sino en plantearlos para remitirlos luego a un estrato de significaciones diferente del que parecen mostrar las peripecias externas de la historia. El primer acierto del autor argentino es haber hecho del narrador un novelista que, de hecho, relata unas experiencias personales pero, sobre todo, incorpora y transmite relatos ajenos (...) lo importante es que habrá tenido en sus manos los materiales suficientes para reflexionar sobre el poder de la ficción –a la manera de Henry James–, sobre la verosimilitud narrativa, sobre la naturaleza insegura de nuestra percepción de la realidad y sobre las relaciones entre literatura y vida. No es un parvo botín el que se extrae de esta novela excelente, precisa como un mecanismo y de sobria y eficaz escritura."
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Hace algunos meses compré en Buenos Aires dos ejemplares de “Crímenes imperceptibles” (que se está filmando con el nombre de Crímenes de Oxford), uno de ellos para regalo a un amigo matemático, inglés en la ocurrencia y porque hay en la novela,situada en Inglaterra, referencias a hechos matemáticos de reciente data como la muy célebre demostración del Ultimo Teorema de Fermat por Andrew Wiles, que se dio justamente no me acuerdo bien si en Oxford o en Cambridge. Me lo agradeció muy de veras porque sabía de la novela que había sido mencionada en una revista matemática y tenía interés en ella. En la reseña de Senabre que mencionas, Iván, se deja ver, aplicadas a la literatura, las virtudes que debe reunir un matemático profesional como Ricardo Martínez; él es en efecto doctor en matemáticas lo cual quizás Senabre no sepa.
3:14 p. m.
Termino de leer "La muerte lenta de Luciana B." Creo que el lector necesita una satisfacción al final. Este libro no me la dio. No obstante me parece un excelente escritor. Tengo dos hijos Doctores en Matemática fanáticos de su obra. Ya leí "Crímenes imperceptibles".
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