La carretera
Esta semana he estado con gripe, con una ligera pero persistente fiebre durante la noche y tembladeras en el día. Y por las noches, mirando a mi hijo dormir, tratando de evitar que la gripe lo contagie, he leído en dos noches de insomnio La carretera de Cormac McCarthy. ¿Qué les puedo decir? La conjugación de ambas situaciones (la fiebre y el niño al lado) eran el ideal para aspirar el espíritu de este libro gris, o negro y rojo como la carátula. Lo he leído como si me hablara a mí, he levantado la cabeza hacia la nuca de mi hijo dormido y me he preguntado si somos parte de los buenos, o si tenemos o no el fuego. Mi hijo, tan seguro y feliz bajo sus colchas a pesar de tener un padre con gripe y la amenaza del contagio.
No pueden dejar de leer La carretera. Ya saben, yo nunca les he recomendado nada. O sí, un poco. Pero créanme, este libro no pueden dejar de leerlo. A menos en lo que a mí concierne: chau recetas, chau convicciones sobre lo que es escribir "bien", chau trucos y florituras. Sólo una carretera, un hombre y un niño. Es una de esas lecturas impostergables. Les dejo por lo pronto con la reseña en The New York Times y también con la reseña, que está muy buena, en El Cultural de El Mundo. Y el comentario de Marcelo Figueras, conmovido como yo por esta historia extraordinaria de un padre y su hijo en un futuro post-apocalipsis. También con lo que dijo Rodrigo Fresán sobre el libro en Qué leer. Seguro él será más convincente que yo:
El gran diseñador de portadas americano Chip Kidd no tuvo dudas: letras rojas sobre fondo negro. Y eso es todo y no hace falta nada más: sangre y oscuridad y un paisaje devastado que ya se insinuaba en títulos anteriores de McCarthy, pero que aquí es el fondo y la forma y el tema. En La carretera, los Estados Unidos han dejado de ser una potencia y -fragmentados e impotentes- son ahora el sitio donde el sueño americano ha virado a pesadilla despierta. Final de línea. The end. Y está claro que no es un tema nuevo: infinidad de cómics, varios episodios de The Twiligth Zone, numerosos films paranoides de la Guerra Fría y unas cuantas novelas (joyas de la ciencia ficción, Stephen King, Bernard Malamud y la recién aparecida The Pesthouse del injustamente poco reconocido Jim Crace) han explorado la cuestión del nuevo robinsón que intenta sobrevivir al naufragio del planeta. La diferencia de La carretera -lo que amerita su escritura y justifica su lectura- es la misma que consagró a Suttree como picaresca de perdedores, a la genial y acaso insuperable Meridiano de sangre como wéstern, a la "Trilogía de la frontera" como iniciático rito de paso o a No es país para viejos como policial duro: el modo en que McCarthy fagocita géneros muy frecuentados valiéndose de un lenguaje que, por momentos, puede recordar a Melville, a Faulkner, a Hemingway e incluso, aquí, a Beckett (y en ocasiones, cierta compulsión metafísica amenaza con arrasarlo todo), pero que ya es, a esta altura, propia e inequívocamente de McCarthy. Y así -lengua de ángeles, endemoniado talento- este sombrío Apocalipsis acaba sonando a luminoso Génesis.
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claro que lo leere , espero que te mejores de la gripe ivan , ahhh shisssss!!!
ingrid moya
11:18 p. m.
reconozco, Iván, que quizá no sea yo el lector de este libro: a mí me pareceió un horror, mortalmente aburrido. Lo compré emocionado pero cuando iba por la página cincuenta supe que ya no había salvación: es una memez absoluta, me dije. Este "truquit" de ser "sencillo", de no "contar nada" ya no funciona como antes, sobre todo después de Beckett, después de Lynch. Sólo te pido que hagas un ejercicio, para que no leas con demasiado desdén mi lamento de lector frustrado: imagínate por un instante que alguien que no sea McCarthy (tú inclusive) envía un mansucrito como este a una editorial: ¿puedes asegurar al 100% que el editor o editora (así sea de Acantilado, Mondadori o Anagrama) pasará de la página 10 sin bostezar? Yo creo que la carrera de este escritor sostiene esta mediocre novela, que no tiene nada que ver con "Todos los caballos bellos" (o "Todos esos lindos caballos", o algo así, como tradujeron en la primera edición en español).
En fin, quise poner este comentario para que el que quiera comprar el libro sepa a qué se atiene. salud.
8:43 a. m.
Que te mejores, Iván.
7:14 a. m.
Lectores cautivos
Me encanta la imagen del crío dormido y el padre leyendo. ¿Quién cuida a quién?
Empecé a leer la anterior, No es país para viejos, pero había tantas pistolas, tanto maletín con droga, desierto y testosterona que me dije "uf, una novela para chicos" y se la regalé a mi ex, que ahora vive a 800 km. No nos hablamos sino a través de los libros que le envío y que sé que lee de madrugada.
3:22 p. m.
En vista de la disparidad de opiniones que parece crear este libro supongo que debe influir algo tener un hijo de la edad apropiada. Realmente no creo que sea muy importante que Mondadori o quien sea acepten el libro o no , se han equivocado miles de veces y lo seguiran haciendo. A mi me ha parecido de lo mejorcito que he leido ultimamente y lo recomiendo a todo el mundo ( sobre todo con hijos)
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