Dickens por Vargas Llosa
Dice Vargas Llosa: "La historia de Dickens en los escenarios está maravillosamente recreada por el profesor Malcolm Andrews, en un libro que acabo de devorar y que es una pura delicia: Charles Dickens and His Performing Selves. Dickens and the Public Readings (Oxford University Press, 2007). La erudición se alía en sus páginas con la devoción por el personaje y por sus libros y, leyéndolo, uno llega a contagiarse del hechizo que el autor de Oliver Twist y tantas historias memorables inspiró a sus contemporáneos y a emocionarse con éstos hasta las lágrimas cuando, además de leerlo, pudieron verlo y oírlo reproduciendo, sobre las tablas de un teatro o las plataformas de los vastos auditorios donde se presentaba, las aventuras y desventuras de Little Dombey, Nicholas Nickleby, Mr. Pickwick y tantos otros héroes o villanos de papel. Las razones que Charles Dickens dio a su familia y amigos para subir a escena fueron económicas. En efecto, cuando tomó aquella decisión su vida familiar experimentaba una crisis que terminaría en la separación matrimonial, y todo ello le acarreó muchos más gastos que antaño. Sus presentaciones públicas le dieron excelentes ingresos; tanto, que el profesor Andrews ha calculado que los escenarios le hicieron ganar en esos últimos diecisiete años más dinero que todos los libros y artículos que publicó en toda su vida. Pero la razón profunda no era la necesidad de nuevos ingresos, sino una vocación histriónica, o, por lo menos, de contador ambulante de cuentos, que se manifestó en él desde muy joven. Hay una deliciosa anécdota que cuenta su hija Mamie: un día, dormitando en el sofá, espiaba con los ojos semicerrados cómo escribía su padre. Advirtió, de pronto, que, a la vez que hacía correr la pluma sobre el papel, hacía muecas, gestos y mascullaba frases entre dientes, mimando aquello que contaba. En una de ésas, lo vio ponerse de pie y correr a un espejo de la habitación y, contemplándose en él, enfrascarse un momento en una delirante representación en la que hacía morisquetas, guiños y caras, como midiendo las expresiones que quería describir. Y lo vio, con el mismo ímpetu, regresar a su escritorio y seguir escribiendo. Su padre escribía actuando. No es raro, por eso, que, en una de sus cartas, Dickens afirmara: "Todo escritor de ficciones escribe para el escenario". Por lo menos no hay duda de que él lo hacía.
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