Antonio José Ponte
En la "Revista de Libros" del diario El Mercurio, Alvaro Matus entrevista al espléndido narrador cubano Antonio José Ponte, quien actualmente vive en Madrid y publicó en Anagrama la novela (o híbrido, como gusten) La fiesta vigilada.
Dice el autor sobre por qué no publica en Cuba: "Fui yo quien decidió no publicar en Cuba. Antes había recibido, por un libro de poemas, un premio que otorga anualmente un comité de críticos designados por las autoridades. Un buen día me llegó una invitación desde el extranjero, la acepté y decidí que en el futuro ningún libro mío estaría a disposición de la censura política (...) Los encargados de esa censura se me acercaron alguna vez, confesaron haber leído tal título mío publicado lejos, y parecían dispuestos a reeditarlo en Cuba sin cambiarle una palabra. Pero tanta amabilidad tiene su explicación: el Ministerio de Cultura cubano aspira a controlar toda la producción literaria, incluso la que se hace en el exilio. Me negué a estas propuestas, y yo seguí publicando reseñas y algunas traducciones en las revistas cubanas. Hasta el año 2003, cuando fui expulsado de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y prohibieron la aparición del más mínimo texto firmado por mí. (...) Mis libros no están disponibles en Cuba, y no lamento la poca atención que han recibido dentro de Cuba. Así han de ser las cosas: desobedezco a ciertas autoridades, y tales autoridades se encargan de negarme cualquier favor. No me quejo de ello. Sería una buena ocasión para la autolástima, pero prefiero desperdiciarla. Y tampoco echaré mano al recurso, tan usado entre escritores prohibidos, de creer que un libro mío pondría en jaque al régimen que me censura. A mi modo de ver, los poderes catárticos de la literatura son mucho menores. "
Sobre la influencia de Borges y Calvino, dice: "Borges lo fue. Lo es. Al principio debió gustarme de él su imaginería; ahora aprecio el lenguaje en que escribió esas repeticiones. Soy un admirador de su arte de las variaciones, del siempre contar lo mismo y siempre engatusarnos. De Calvino no puedo decir lo mismo. Veo en él los esfuerzos de la imaginación, sus pujos. Hallo en él, como en cierto Cortázar, lo fantástico forzado."
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“Y tampoco echaré mano al recurso, tan usado entre escritores prohibidos, de creer que un libro mío pondría en jaque al régimen que me censura.”.Muy inteligentes palabras de A.J. Ponte que me hacen recordar al talentoso Reinaldo Arenas, otro cubano exiliado, quien en uno de sus libros culpa de su inminente muerte a Fidel Castro, cuando lo que se lo cargó fue el Sida, por lo desbocada loca de playa insaciable que confesadamente era, según lo revela en “Antes que anochezca”(en particular cuando narra cómo se “despachó” a toda una tropa de soldaditos en una noche).
4:52 p. m.
No creo Iván que se pueda llamar novela a La fiesta vigilada, es como tú dices un híbrido, que tiene más de ensayo y crónica que de novela.
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