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Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Levrero en España

Carátula de novela editada en España. Fuente: pompasdejabon

Conocí la existencia del escritor uruguayo Mario Levrero gracias a uno de los primeros posts de Gustavo Faverón. Ese post creó una "levreritis" en la literatura peruana de la que no me sustraje y pude leer La novela luminosa, editada por Alfaguara gracias a Malena de "El Virrey" (libro que encontré luego en la casa de Mario Bellatin, lo que me convenció que había que leer a Levrero) y El discurso vacío editado por Interzona. Aún no he leído la obra mayor del autor (La ciudad (1970), La máquina de pensar en Gladys (1970), Nick Carter se divierte mientras el lector es asesinado y yo agonizo (1975), París (1980), Espacios libres (1987), Irrupciones (2001) así que mi opnión sobre él es muy parcial, pero me basta esa extensa novela póstuma y los discursos para intuir a un escritor genial. El post de Faverón era sólo el síntoma de una realidad que se venía: los lectores en español íbamos a descubrir a Levrero. Y sí, eso ha sucedido, como lo confirma la publicación en España de dos libros suyos en la editorial Caballo de Troya: el mencionado Discurso vacío y una novela autobiográfica titulada Dejen todo en mis manos. Además, ambos libros han sido reseñados en "Babelia" como El Libro de la Semana. ¡A leer a Levrero!

Dice la reseña: "El discurso vacío deviene la investigación de la nadería, de la profundidad alelada de la "bêtise", la reducción de las coordenadas vitales en la disminución de la trama. Y la intensidad, sin duda obtenida, es la intensidad de la detención en el acto contingente. ¿Cómo se puede escribir de este modo, es decir, sin escribir, ralentizando la escritura, suspendiéndola hasta la notación puramente eventual? El esfuerzo magistral de Levrero le lleva a iniciar la redacción y luego a retenerla: un esfuerzo tanto más prodigioso cuanto que se continúa. La narración se sigue inmisericorde, junto al empeño de evitarla, en una anti-intriga "llena" de minuciosos acontecimientos irrelevantes, una enunciación invertida o un rebobinado en hueco. Levrero fue un escritor múltiple, capacitadísimo, que pudo descubrir la influencia de un cuento de Faulkner, Breve idilio, en Los adioses de Onetti. La comparación no resulta muy original, pero sí cómo él la expuso: Onetti sería el inverso reflejo de Faulkner, porque lo reproduce desmantelándolo y lo fragmenta, mientras lo utiliza. Faulkner recordaría unos zapatos en el escaparate y Onetti, su uso ya en la calle. Levrero es, asimismo, el reverso "corriente" de Kafka sin su apariencia teleológica, una sombra manoseada de Camus en clave cómica: las botas desgastadas de la mayor literatura trascendente."

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