MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Yuri Andrujovich

Yuri Andrujovich. Fuente: daad.de

La literatura centroeuropea siempre me ha llamado la atención, quizá porque cuando empecé mi vida universitaria –en los años 80- existía un boom de esa literatura en España y, por tanto, las revistas hablaban de sus autores y las traducciones llegaban a Lima (aunque a manera de saldos). Por eso me ha parecido interesante el artículo de RadarLibros donde anuncian la aparición del ensayo Mi Europa (Acantilado) de Yuri Andrujovich, un ucraniano que revitaliza la literatura centroeuropea y cuyas novelas pronto se publicarán en castellano. La nota es de Juan Forn.

Dice Juan Forn: “Cuando uno dice “literatura mitteleuropea” pareciera estar refiriéndose al pasado: a una cultura humanista arrasada por el viento de la Historia. Hace casi un siglo que Mitteleuropa no es un territorio sino una entelequia: ya lo era para Joseph Roth, para Sandor Marai y hasta para Robert Musil a principios de los años ’30, cuando ese judío polaco, ese húngaro de provincias y ese vienés hasta la médula le dedicaron sus réquiems (La marcha Radetzky, Confesiones de un burgués, El hombre sin atributos). Otro mitteleuropeo irredimible, el serbio Danilo Kis, definió el espíritu de esa literatura cuando dijo: “Desde la infancia me han cautivado las ruinas”. A Mitteleuropa la convirtieron en ruinas la Primera Guerra y el derrumbe del imperio austro-húngaro, el advenimiento del nazismo y la Segunda Guerra, el despotismo soviético de posguerra y las ilusiones aplastadas por los tanques en 1956 (Hungría) y 1968 (Checoslovaquia), pero también Chernobyl, la caída del Muro y las nuevas ilusiones de libertad, vapuleadas esta vez por la economía de mercado (que en los territorios de Europa Oriental es, ante todo, sinónimo de mafias políticas, negociados turísticos y redes de pornografía). Mitteleuropa parecía un cadáver ilustre cuyo último símbolo era ese río que recorre sus ruinas: el Danubio en versión del triestino Claudio Magris. Sin embargo, tal como ese polaco que despertó hace pocos días de un coma de veinte años, Mitteleuropa ha mostrado últimamente inesperados signos vitales, a través de la inopinada voz de un ucraniano (o galitziano, como prefiere definirse él) nacido cuarenta años después de la defunción oficial de Mitteleuropa, con el nombre de Yuri Andrujovich.”

Andrujovich dice sobre su mundo mitteleuropeo: “Crecí en un mundo de calles y mansardas que fueron modernas hace un siglo. Gran parte de mi mundo ya estaba en ruinas cuando nací. Con los años, las personas y las cosas acumulan cansancio, enfermedades y sufrimientos; de ahí proviene ese olor tan particular llamado decrepitud, el vino de las ruinas”.

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