Todas mis muertes
[EL DOMINICAL] Es un hecho que, poco a poco, El Dominical retoma el peso literario que había quedado un poco relegado con la salida de Alonso Cueto. Cada vez hay más espacio para reseñas o semblanzas. Y participan firmas como las de Peter Elmore, José Miguel Oviedo y ahora la de Julio Ortega, quien hace una reseña de Todas mis muertes, la novela de Ezio Neyra editada por Alfaguara. Julio Ortega llama a Ezio un miembro de la "generación del relevo" y agrega que "comparte con sus pares latinoamericanos y españoles la calidad comunicativa del nuevo relato del siglo, cuya apuesta por su versión, libre entre los discursos disciplinarios de control, recomienza con las palabras del lector y propone otra biografía de la lectura".
Queda claro que para Ortega, el hecho de que una de las historias no tenga una resolución no es un error sino una opción (eso en torno a lo que llamé pomposamente El Dilema Neyra): "Todas mis muertes se organiza entre dos crímenes pero ninguno de los dos requiere resoluciones; aun más, carecen de otro vínculo que su enigma, porque el relato no se debe al poder supuesto de la lectura capaz de leerlo todo, sino a la figura hipotética de los hechos que inquieta a la lectura con su revés de la trama. La culpa está repartida por partes iguales en esta sociedad sin sanciones".
Al fin, la conclusión positiva del crítico es la siguiente: " (...) las muertes son el sacrificio que forja al narrador para que el cuento de una nación negada asuma el fantasma del simulacro y responda por la verdad extraviada. Aceptar, por ello, la muerte del abuelo, el silencio del padre, la resignación de las madres, la mentira de los diarios, constituyen las muchas muertes que al ser leídas, cifradas más que descifradas, dan vida al lector para quien el espacio de la lectura es uno de libertad".