MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Revista de Libros


[EL MERCURIO] Siempre he considerado que la literatura cubana es de las más, sino simplemente la más, interesantes del castellano. Y no solo por la larga lista de autores de calidad que ha tenido durante el siglo XX, y principios de éste, sino por lo extraña, lo insólita, que resulta en el contexto de nuestra literatura. Uno de los primeros post de este Moleskine (en enero del 2005... ay Dios, nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos) estuvo dedicado a comentar la aparición de lo que llamé los "Extraordinarios cubanos". Ahí mencioné sobre todo tres nombres de narradores que sin duda están en la primera línea de la literatura que actualmente se escribe en nuestro idioma: Rolando Sánchez Mejías (Historias de Olmo es un imprescindible que siempre encuentro en los remates de saldo), José Manuel Prieto y el misterioso Antonio José Ponte, extraviado en La Habana. A estos dos autores, según supe en Santiago de Chile, además de la finalista Teresa Dovalpage, los publicará Anagrama en el 2007 y podrán salir de su relativo anonimato. Ya antes, por cierto, Anagrama había publicado a autores cubanos tan notables como distintos: Jesús Díaz y Pedro Juan Gutiérrez. En Santiago, además, me hablaron muy bien del libro de Wendy Guerra que ganó el premio Bruguera y, si no me equivoco, se puede encontrar en Lima.

En la Revista de libros, aparece como artículo central una entrevista de María Teresa Cárdenas al ganador del premio Anagrama de Ensayo 2005, Rafael Rojas, quien en Tumbas sin sosiego (Revolución, disidencia y exilio del intelectual cubano) analiza el aporte de la literatura cubana en el siglo XX. Sobre el título de su ensayo, dice: "En los últimos diez o quince años han muerto los autores clásicos, los últimos que quedaban; después de la muerte de Carpentier y Guillén en los ochenta viene la muerte de Eliseo Diego, Gastón Baquero, Guillermo Cabrera Infante, Reinaldo Arenas, Severo Sarduy, Antonio Benítez Rojo, Jesús Díaz, Heberto Padilla. Eso, naturalmente, nos habla de un fin de época, pero también de una literatura que tiene que producirse sobre una experiencia de duelo, de procesamiento de esa pérdida a través de la memoria. Y eso yo lo veo en toda la literatura cubana actual. Uno recorre las novelas de Abilio Estévez, de Antonio José Ponce o de Leonardo Padura o de Eliseo Alberto, y lo que encuentra siempre son inscripciones de legado, mediciones de la herencia literaria, ajustes de cuentas, también. Una búsqueda de los grandes muertos de una literatura nacional a través de la literatura del sobreviviente. El que queda escribiendo es el sobreviviente que se relaciona con esos legados".
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