MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

... y por el otro, Kurdo Baksi

Kurdo Baksi. Fuente: elpaís

Así es. También está en Madrid el escritor Kurdo Baksi, quien se siente el heredero no económico sino moral de su amigo Stieg Larsson. También anda por España y también habla de Larsson como si fuera un territorio propio. "Antes era un embajador de los kurdos, ahora soy un embajador de Stieg Larsson". Con personas como estas, seguro el muerto Stieg Larsson estará repitiendo en su tumba la frase de Groucho Marx: "Por qué tendría que hacer algo por la posteridad si la posteridad no ha hecho nada por mí".

Baksi siente como una misión recorrer el mundo hablando de las virtudes de su amigo. Piensa que se lo debe. Quizá se sienta todavía culpable por no haber confiado en él desde el principio. No es el único, muchos le tomaban por loco cuando le veían pegado al ordenador día y noche, atiborrándose de cafés y nicotina. Ni siquiera el propio Kurdo Baksi se leyó la famosa trilogía hasta seis meses después de la muerte del autor. "No pensaba que él pudiera escribir tan bien. Creía que sabía más que él. Me sorprendió muchísimo" Y otra vez vuelve a recalcar lo apenado que se siente por la ausencia de un amigo al que utilizó como negro durante años y al que está sacando más provecho del que hubiera imaginado jamás. Lo mismo le pasa a Sesé, que se muestra orgullosa de ver a la gente leyendo los libros en el metro, pero a la vez le da pena que el autor no pueda ver con sus propios ojos lo que ha conseguido. Ambos personajes terminan sus frases con el recuerdo y la pena por la muerte del autor. Queda la duda de si realmente es así o se trata sólo de una muestra de su mala conciencia por estar aprovechando su éxito. Larsson, empeñadoporque su amigo leyera sus libros, convirtió a Kurdo Baksi en un personaje de la tercera entrega, La reina en el palacio de las corrientes de aire. A pesar de esta concesión, la fama que precedía a Baksi en Suecia no ha vuelto a remontar y ahora vive a la sombra de un escritor que nunca vio los frutos de dos años de súbita locura. "Hace seis años aquí la gente decía '¿quién es Stieg Larsson? El amigo de Kurdo Baksi, el periodista'. Hoy en día la gente dice '¿quién es Kurdo Baksi? El amigo de Stieg Larsson'", ironiza, con un ápice de melancolía. Baksi dice haber leído cuatro veces cada uno de los libros de Millennium y haberlos estudiado al detalle. Admite que lo que más le llamó la atención fue la protagonista femenina: Lisbeth Salander. "No es como en la novela negra clásica, donde siempre hay un hombre gordo con bigote y todo está envuelto en una atmósfera machista". Por si conquistar el corazón de millones de lectores en todo el mundo no fuera suficiente, la saga Millennium ha sido llevada al cine por el director Niels Arden Oplev. Tanto Baksi como Sesé coinciden en definir como buena la primera película. "Aunque la música es muy americana, muy mala", puntualiza él. La trilogía de Larsson se ha convertido en todo un best seller. Pero hay quienes ven en este logro una muestra de poco nivel literario. "A best seller se le ha pegado el san benito de poca calidad pero Larsson lo desmiente", dice Sesé. Para la editora, libros como El Perfume de Patrick Suskind o El nombre de la rosa de Umberto Eco son novelas maravillosas. Y ambas han vendido millones. "Cuando un libro se vende mucho, despierta sospechas", asegura la editora. Baksi es de la misma opinión,aunque añade que los libros de Larsson tienen un mensaje, a diferencia de otros. La defensa de los derechos humanos es, para él, el objetivo principal de la obra del sueco. "Todas las personas en el mundo, no importa la raza, el sexo o la clase, tienen que vivir y se tienen que respetar". Baksi no tiene reparo en comparar Millennium con El Código Da Vinci, de Dan Brown, que según dice "no tiene ningún mensaje". Cuenta Baksi que Stieg le ha regalado un trabajo muy duro porque en sus libros da una imagen diferente de Suecia. "Antes era un país de derechos humanos, de democracia, un país que desde España se veía como un paraíso y donde la gente acudía a por trabajo". Sus frases suenan casi como una cantinela mil veces repetida. Sus ganas de hablar de Larsson no parecen agotarse. Sólo hay algo que lo toca la fibra sensible y altera por un segundo la calidez de su voz.

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