Erri de Luca en España
"La felicidad es un regalo, no un proyecto" dice Erri de Luca. Si no anotan esa frase y la ponen en la cabecera de su cama, o por lo menos en su refrigerador, es que no se han enterado de nada. Su última novela, Il peso della farfalla, quedó como uno de los libros más vendidos en la navidad italiana, por encima de El símbolo perdido de Dan Brown. Erri de Luca ya no es más un autor de culto en su país, y aunque aún tiene mucho camino por recorrer hasta llegar al reconocimiento de Magris o Tabucchi, en castellano tiene cada vez más admiradores. Y me pongo en la lista desde que leí Tres caballos (y aunque el viejo Erri hable mal del libro electrónico, lo perdono). Ahora Siruela ha traducido su penúltima novela, El día antes de la felicidad y seguro ya está apurando la traducción de su exitoso libro ultimo. Erri de Luca estuvo en España esta semana y mantuvo el miércoles una conversación pública con su traductor, Carlos Gumpert, para Siruela. En El Cultural pueden leer una charla con el escritor italiano.
En su última novela, El día antes de la felicidad, se dice que el napolitano es bueno para el relato oral y el italiano para escribir.
El italiano es bello porque es como un río, que recoge todos los afluentes de los diversos dialectos italianos. El napolitano, como cualquier otro dialecto, es más veloz. Si traduces una página del napolitano al italiano, el italiano se extiende el doble. El italiano va bien para la escritura, porque hay que tener tiempo. Y el napolitano es perfecto para el mercado, para discutir y para el amor.
En alguna ocasión ha comentado que Nápoles es, a un tiempo, una ciudad monárquica y anárquica. ¿Cómo puede combinar estas dos cualidades contrapuestas?
Es anárquica porque no deja que ningún poder pueda dominarla. El poder es como una especie de revoque que las piedras de la ciudad repelen, y lo hacen con sus terremotos y con su salitre. El poder allí no acaba nunca de establecerse sólidamente. Y monárquica porque los domingos necesita de un rey, para la fiesta. El último ha sido Maradona. Le gustan los fastos de las monarquías, como cuando fue capital de Europa bajo la monarquía española. Nápoles es todavía una ciudad muy española.
¿Cómo ve el boom de literatura sobre la mafia? ¿Aporta algo nuevo respecto a lo que ya han contado los viejos maestros, Sciascia, Camilleri...?
Es simplemente un fenómeno editorial, con fines mercantiles. En ningún caso supone una manifestación de mayor sensibilidad o conocimiento sobre esta cuestión.
Gaetano, protagonista de la novela, afirma que “un hombre es una cuenca de recepción de historias, cuanto más al fondo esté, más recibe”. ¿A qué fondo se refiere exactamente?
A la última fila de la clase, al último estrato de la escala social... Ahí es donde se acumulan las historias. Hoy ese fondo está en los campos de concentración de inmigrantes, y en su aventura.
También afirma: “El libro es un erizo, si está cerrado y compacto, aguanta el fuego”.
Tanto la casa de mi padre como la mi madre fueron bombardeadas durante la guerra, y lo único que pudieron salvar entre los escombros fueron los libros.
¿Le queda alguna esperanza en la izquierda italiana?
La izquierda italiana no existe. El partido de la oposición es una mera tentativa de concurrir también en el libre mercado. Vende la misma mercancía.
¿Siente frustración ante este panorama?
Sí, porque Italia es un país que retrocede en conciencia cívica y de pertenencia a una comunidad. En Rosarno [Calabria] se ha consumado estos días el primer pogromo de nuestra historia, la agresión de una mayoría armada contra una minoría, considerada inferior. Ahora ha saltado a los medios porque los inmigrantes africanos se han rebelado, pero la caza al negro era un deporte habitual entre los jóvenes de Rosarno, desde hacía bastante tiempo.
¿Qué es la felicidad para Erri de Luca?
Es algo sobre lo que no se puede fundar nada, ni una ciudad ni un amor, porque llega de forma imprevista y dura poco. La felicidad es un regalo, no un proyecto.
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EL DÍA ANTES DE LA FELICIDAD:
Don Gaetano es un hombre para todo que vive en una gran casa de vecindad del Nápoles populoso y salvaje de los años cincuenta: electricista, albañil, portero de los cotidianos infiernos de la vida, de él aprende el jóven Smilzo, un huérfano hormigueante de silenciosas pasiones. Mono de patas flacas, el joven Smilzo ha aprendido a retar a los compañeros, la altura de los muros, los canalones, las ventanas: a una ventana en particular ha seguido mirando, aquella en la cual, mujer-niña, apareció un día un fantasma femenino. Un fantasma que vuelve más tarde a desafiar a la memoria de los sentidos, a solicitar un amor imposible.
10:04 a. m.
Mi comentario no tiene que ver con la entrada. No he leído la entrada. Mi comentario es para decirle que voy leyendo el segundo libro suyo que llega a mis manos. Gracias. Porque vale la pena leerlo.
12:18 p. m.
Gracias por la aportación. Estoy deseando leer algo de este escritor. En cuanto a su definición de felicidad, creo que ya explica muchas más cosas que algunos escritores en toda su obra.
Gracias y un saludo!!!!
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