MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

IgnacioEchevarría: Fresán y los 90

Rodrigo Fresán. Fuente: radarlibros

Dentro de la colección "Otra vuelta de tuerca" que lanzó Anagrama, como parte de sus celebraciones por los 40 años, está la reedición del único libro -creo- que Rodrigo Fresán editó con ese sello: Historias argentinas. La nueva edición trae, además de un nuevo cuento, textos celebratorios de Ray Loriga e Ignacio Echevarría. De este último, Radar Libros ha publicado un fragmento extenso. Cito aquí, porque tiene especial interés, lo que dice Echevarría sobre la Generación del 90, aquella que según Jorge Volpi empezó en el encuentro de Líneas Aéreas (Lengua de Trapo) y en la cual Rodrigo Fresán es indiscutible cabeza de grupo:

La narrativa de los ‘90 fue prisionera, en todo el ámbito hispánico, de una equívoca consigna: la de la juventud. Todo empezó por un desplazamiento que, por sí solo, parecía inocuo: donde hasta entonces se venía hablando periódicamente de nueva narrativa, se pasó a hablar –precisamente a partir del imprevisto éxito obtenido por un libro como Historia argentina– de joven narrativa. De pronto, empezó a contar la edad de los nuevos narradores por encima de su novedad. A condición, eso sí, de que discurrieran precisamente sobre eso: sobre su juventud, esa categoría tan imprecisa y tan intrigante, sobre todo para quienes han sido excluidos de ella. Lo malo es que la juventud no suele tener una idea demasiado consistente de sí misma, así que para satisfacer las expectativas generadas hubo de recurrir a lo que más al alcance tenía: estribillos de canciones, eslóganes publicitarios, lemas para camisetas, todo ello servido con ademanes épatantes y una jerga más o menos actualizada con la que, en definitiva, se rumiaba la misma cantilena de siempre: sexo, drogas y rocanrollo. Como ya se ha dicho, aquello duró poco. La joven narrativa de los ‘90 envejeció más deprisa todavía que los narradores que la protagonizaron. Aquella fiesta tan concurrida en la que todos bailaban terminó casi de golpe y la casa donde se celebraba se quedó desierta. ¿Desierta? No del todo. En el piso de arriba, en el cuarto de los niños, sentado al escritorio, frente al ordenador, estaba Rodrigo Fresán. No es que ignorara que la fiesta se había acabado: es que no sabía siquiera que se celebraba una fiesta. Y ahí sigue, después de todos estos años.

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3:31 p. m.

La joven narrativa de los ‘90 envejeció más deprisa todavía que los narradores que la protagonizaron.

Triste, pero cierto. Claro, habría que precisar que se trata de "cierta" narrativa...    



1:24 a. m.

Si todo lo que ofrece Fresán en Historia argentina lo hubiese hecho un joven narrador español, Echevarría se lo habría cargado con cuatro mandobles y en lugar de hablar de "cultura portentosa" habría hablado de "pedantería portentosa". Y el joven autor yacería aplastado en el suelo, con sus vísceras al aire sin otra opción que recomponer sus huesos desconyuntados y largarse del país por tiempo indefinido.    



9:33 p. m.

¿Y qué es de ellos ahora que envejecieron?    



2:51 p. m.

¿Qué es de ellos...? Fundaron Puertoelhueco.    



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