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Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Villoro quiere inventar el libro

Ilustración: ADN Cultura

Y mientras el Kindle se acerca a pasos agigantados, Juan Villoro da una vuelta de tuerca y media al asunto y declara en una columna en el ADN Cultura: "Llegó el momento de inventar el libro" ¿Qué dice?

¿Podemos inventar hacia atrás? ¿Qué pasa si le asignamos otro orden a la historia de la técnica? Imaginemos una sociedad con escritura y alta tecnología, pero sin imprenta. Un mundo donde se lee en pantallas y se dispone de muy diversos soportes electrónicos. Abundan los receptores de textos e incluso se han diseñado pastillas con resúmenes de libros y métodos hipnóticos para absorber documentos. Esa civilización ha transitado de la escritura en arcilla a los procesadores de palabras sin pasar por el papel impreso. ¿Qué sucedería si ahí se inventara el libro? (...) El password de un libro es el deseo de adentrarse en él. Las pantallas son magníficas, pero les somos indiferentes. En cambio, los libros nos eligen o repudian. Otras virtudes serían menos esotéricas. ¡Qué descanso disponer de una tecnología definitiva! El sistema operativo de un libro no debe ser actualizado. Su tipografía es constante. Eso sí: su mensaje cambia con el tiempo y se presta a nuevas interpretaciones. Para quienes vivimos en tristes ciudades en las que se va la luz, como México D.F., el libro representa un motor de búsqueda que no requiere de pilas ni electricidad. Qué alegrías aportaría el inesperado invento del libro en una comunidad electrónica. Después de décadas de entender el conocimiento como un acervo interconectado, un sistema de redes, se descubriría la individualidad. Cada libro contiene a una persona. No se trata de un soporte indiferenciado, un depósito donde se pueden borrar o agregar textos, sino de un espacio irrepetible. Llevarse un libro de vacaciones significaría empacar a un sueco intenso o a una ceremoniosa japonesa. Con el advenimiento del libro, la gente se singularizaría de diversos modos. Esto tendría que ver con los plurales contenidos y la manera de leerlos, pero también con el diseño. Los fetichistas podrían satisfacer anhelos que desconocían. ¿Hasta dónde podemos apropiarnos de un artefacto? El libro es el único aparato que se inventó para ser dedicado, ya sea por los autores o por quienes lo regalan. Qué extraño sería instalar un programa de Word que comenzara con una cariñosa dedicatoria a la esposa de Bill Gates. En cambio, el libro llegó para ser firmado y para escribir un deseo en la primera página. Las novedades deslumbran a la gente. El libro ya cambió al mundo. Si se inventara hoy, sería mejor.

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7:08 p. m.

Ya lo dijeron gente como Asimov o Sabato: la tecnologia de un libro es insuperable. alla los que se comen el cuento de los industrialistas que vienen con sus cojudeces de kindle y demas cosas.    



11:51 a. m.

El anonimo anterior tiene toda la razón: las orquestas en vivo son insuperables, no hay MP3 que pueda reemplazarlas... claro que los músicos actualmente no consiguen mucho trabajo, ¿no?    



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