MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Neuman BookTour

Andrés Neuman, píldoras de BookTour. Fuente: publimetro.mx

No aparece Lima. ¿Es que tan poco tenía que decir de nosotros una persona como Andrés Neuman, enormísimo curioso y datero turístico de primer orden? Recuerdo que en nuestra conversación en Lima, un día antes de que yo viajase a Guayaquil, le pregunté por aquella ciudad a Andrés y me la describió tan precisamente que cuando estuve ahí casi no tuve que verla. Andrés lo había hecho por mí. ¿Y qué vio en Lima este viajero tan detallista? Me hubiera gustado saberlo. Quizá no sea aún tarde, quizá esta sea solo la primera parte de un crónica. En fin, aquí les dejo algunas de las percepciones de Andrés Neuman en su BookTour Alfaguara por Buenos Aires, Montevideo y Santiago de Chile.


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Piso el aeropuerto de Ezeiza y automáticamente, como quien cambia el dial de una radio, me escucho hablar y pronunciar en porteño. Paso del asertivo "buenos días" español al deslizante "buennn díííaaa..." argentino. ¿Por qué el día será diverso en España y único en Argentina? ¿Un país plurinacional se saluda en plural y un país centralista, en singular?

*Leo Pájaros en la boca, el nuevo libro de Samanta Schweblin. Los suyos podrían ser los mejores cuentos argentinos de mi generación. Secos. Duros. Contundentes. La brillantez de su realismo me recuerda a Guillermo Saccomanno. Su peculiaridad, a otra gran narradora que en realidad es su antípoda: Hebe Uhart. En el libro anterior de Schweblin apaleaban a un perro. En éste aplastan a una mariposa. Ambos cuentos parecen decirnos: sin condolencia no hay país.

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La mayor preocupación política ante la gripe no es sanitaria, sino económica. Paseo por las calles disponibles, temerosas. Pienso en los paisajes apocalípticos de Plop de Rafael Pinedo o El año del desierto de Pedro Mairal. Cines, teatros, librerías y tiendas están semivacíos. El pánico ha disuadido a los clientes. Súbitamente queda muy clara la relación entre autoridad y mercado: el consumo depende del orden.

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Domingo por la tarde. Partido decisivo del Torneo Clausura. No han cerrado el estadio, pero el partido se interrumpe por otra alerta: caen toneladas de granizo. Los equipos de Vélez y Huracán se retiran. La gente espera. La gripe calla. El cielo ruge. El agua golpea. El césped alberga a una pelota apátrida en el círculo central. Un fotógrafo salta al campo, patina y se acuesta boca abajo en mitad de la cancha. Quiere retratar a la pelota, testigo del desalojo, rodeada de granizo. Frente al televisor en un café del aeropuerto, pienso que debería ganar Huracán: no sólo juega mejor, sino que tiene nombre de apocalipsis. Alguien me mira a mí. Yo miro la pantalla. Dentro de la pantalla, el público mira al fotógrafo. El fotógrafo contempla la pelota. Lo que mira la pelota es el misterio del país.

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Llego a Montevideo coincidiendo con los festejos del centenario de Onetti. Para hacerle justicia al maestro, quizá sería preferible un funeral o una protesta.

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Recorremos en coche las afueras. "¿Viste la película Whisky?", me pregunta el conductor. Le contesto que sí y que me pareció excelente. "Bueno", dice él señalando más allá de la ventanilla, "acá la tenés".

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Montevideo es una posibilidad de lluvia. Por suerte la amabilidad de los montevideanos es una posibilidad de techo.

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Advertencia a las puertas de la catedral: "No está permitido entrar con mate en el templo".

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Lo primero que me llama la atención de Chile, sin haber aterrizado, es el formulario de aduanas. Parece hecho para confirmar la imagen del país en el exterior: profesionalidad, progreso, legalidad, orden. Está mejor diseñado que el argentino, que es largo y redundante. También supera al español. El impreso chileno es breve y razonable. Moderno, con letra grande, casilleros amplios. Tiene cierta vocación de lucimiento, de lavado de cara, de aquí no pasa nada.

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Cierta impenetrabilidad, una vigilancia de algo que no se sabe qué es.

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Uruguay: "Tu novela va a gustar mucho acá". Chile: "Probablemente no la venderemos". Argentina: "Hiciste una muy buena comunicación del libro".

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"Los que éramos muy jóvenes cuando los libros de Bolaño llegaron a Chile", me dice el periodista, "fuimos embestidos, iluminados por él. Pero a los que no eran tan jóvenes les pasó todo lo contrario". No es lo mismo ser embestido que atropellado. Y que te iluminen no es igual a que te eclipsen.

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Hojeo suplementos culturales. Me entretengo comparándolos con los de Argentina. Si el tono predominante en las reseñas argentinas es la exhibición doctoral, en Chile lo frecuente es la agresión cascarrabias. Unas parecen destinadas a demostrar que el crítico es más inteligente que el autor. Las otras, a disuadir a las editoriales de seguir distribuyendo el libro en el país. Al entusiasmo o al placer les queda poco espacio.

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El chileno habla a solas. El argentino habla para sí mismo.

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1:14 p. m.

genial    



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