La deuda de Gumucio
Como lo prometido es deuda, el escritor chileno Rafael Gumucio tenía una deuda con Moleskine Literario: publicar una nueva novela. A principios de este año saldó lo que debía justo con una novela llamada La deuda, editada en Mondadori. La novela ha sido muy bien reseñada en "Babelia" por Ernesto Ayala-Dip. Ahora, la nueva deuda contraída de Rafael es enviarme la novela prometida. O que llegue. Ya les cuento si también salda esa arruguita. Dice la reseña:
Se nos narra una historia de intereses familiares, políticos y de clase. El drama gira en torno a Fernando Girón, un guionista y productor de documentales que descubre que su contable le ha estado estafando y se disparan las alarmas psicológicas. Salpica relaciones matrimoniales, hunde esperanzas artísticas, remueve malas conciencias. Hasta aquí, una novela en la estela quirúrgica de Balzac y Zola. Me interesa destacar el papel de la forma en la novela de Gumucio. La forma en el sentido en que la definió Jean Rousset: como el desplazamiento de un desorden a un orden. Narrada en tercera persona, esa voz omnisciente que más parece, por su dicción, una cámara llevada al hombro, otorga al relato su tinte naturalista y su calado irónico. Hacia el final, el protagonista encuentra una edición de Contrapunto, de Aldous Huxley. Intenta leerla pero apenas pasa de sus primeros capítulos. Esta referencia no es inocente. Nos conduce al espíritu arquitectónico de La deuda (por cierto, un título muy de Zola). El privilegio de la forma sobre el desorden de los seres distintos o antagónicos, de mayor o menor entidad, que pueblan esta excelente novela.
A propósito, en el blog Cargada de libros veo este post en el que se comenta el parecido de las carátulas entre el libro de Gumucio y la novela Presentimientos de Clara Sánchez (Alfaguara) editada años antes. Un buen post para el fenecido blog "Basta de carátulas"
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