Giordano reseñado
Paolo Giordano, el último ganador del Premio Strega, construyó una metáfora que unía sus dos grandes pasiones: los números (es físico teórico) y el amor literario en La soledad de los números primos, su premiada novela, editada en España por Salamandra. El resultado pudo ser una porqueria o una obra bellísima. Y a juzgar por la admiración rendida de la exigente Mercedes Monmany, lo segundo es lo que ha ocurrido:
En el caso de Giordano, el centro de atención de su relato -la difícil etapa de crecimiento de dos inadaptados- está enfocado dentro de un ámbito intimista, psicológico y sociológico. La dureza del drama parece palpitar entre las cuatro paredes de un laboratorio que despliega bajo el microscopio sentimientos y sensibilidades reticentes a un fácil desglose. El relato en ningún momento pierde ese aire neutro, de observación clínica, minuciosa, escueta, dotada de un lirismo seco y petrificado que despoja al lenguaje, aún en sus momentos emocionalmente más atormentados y lacerantes, de todo victimismo. El resultado es una fábula delicada y sutil sobre el azar y la fragilidad de la existencia. Sobre el despiadado rechazo social, desde la misma escuela, hacia los diferentes, hacia los que no actúan, intercambian pautas, confidencias o experiencias similares con los de su entorno. Alice y Mattia, dos adolescentes traumatizados y hostigados por oscuros fantasmas de su infancia, arrastran secretos que los empujan a las mazmorras del aislamiento y los encierran en las cárceles invisibles del resentimiento, de la culpa y de un vago afán de venganza. (...) Verdugos de sí mismos, suicidas sin valor para abandonar una existencia que aborrecen e inhabilitados para el amor o el afecto, un día, en el patio del colegio, Alice y Mattia se encuentran. Los dos reconocen en el otro a un igual atrincherado en sus miedos y su soledad. Desde entonces, una fuerza o imán irreversible, indestructible, les hace iniciar una compleja relación que durará toda la vida, basada más en gestos y ausencias compartidas que en palabras. Una relación con la que de nuevo se castigarán por sombríos remordimientos y desgracias de un pasado que sólo ellos conocen y se han contado. Paolo Giordano enlaza su historia con una bella y cautivadora metáfora sobre los números primos, dentro de los cuales existen unos aún más especiales: los números primos gemelos, entre los que siempre se interpone un número par. Números «solitarios, sospechosos», «emparedados entre otros», como el 11 y el 13, o el 17 y el 19, que permanecen próximos, pero sin llegar a tocarse nunca. Como, en el fondo, Alice y Mattia.
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He hecho practicamente fila para tener esta novela en la única librería que traerá a Colombia esta novela. La cuestión es que ya ha tardado demasiado. Aún así, sigo esperando la llegada de esta obra...
7:36 p. m.
Yo la compré en el aeropuerto de Barajas, antes de venirme a Caracas, y la verdad es que vale la pena leerla. Es una mezcla de las películas 13 y belleza americana, pero en Italia. Con muchos más elementos, por supuesto. No es una obra maestra, ni mucho menos (¿por qué tendría que serlo?). Pero sí es una gran primera novela.
saludos,
rodrigo blanco
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