MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Truman Capote y Lola

Truman Capote en el Plaza. Fuente: tsupen.blogspet

De manera equívoca, algunos lectores podrían creer que el volumen Los perros ladran (publicado por Anagrama en 1999 y reeditado en el 2006) que reúne dos libros menores de Truman Capote (Color local y Se oyen las musas), además de una autoentrevista, tienen interés solo para especialistas y fanáticos. Creo que el libro es estupendo para todo aquel que quiera acercarse a la obra y la personalidad de Truman Capote, tan manipulado (queriendo o sin querer) por las bio-pics de hace unos años. Las anécdotas de sus viajes, por más atractivas o impresionantes que sean, quedan relegadas ante el poder del preciso observador ("El tren se movpia tan lentamente que las mariposas entraban y salían por la ventana") y el gran contador de historias, el fabulador. Es obvio que exagera, que maquilla la realidad, pero eso no es malo, al contrario, es algo que debemos agradecer. Color local comenta sus diversos viajes y sus estancias más o menos prolongadas en Europa, África y EEUU. Se oyen las musas, su primera obra de "no ficción" al parecer, es un largo relato de un viaje de 1956 por la Rusia comunista siguiendo al grupo teatral americano Everyman Opera que representaba la comedia musical Porgy and Bess en plena guerra fría. La auto-entrevista es sumamente divertida, aunque ligera. Una entrevista condescendiente consigo mismo. Pudo ser más devastadora.

Pero de todo el conjunto titulado Los perros ladrán (debido a un proverbio árabe que le regaló André Gide como conjura contra las malas críticas: "Los perros ladran, pero la caravana avanza"), lo que más me llamó la atención de lejos es el relato titulado "Lola". Ahí cuenta la historia de un cuervo hembra que le regalaron en Italia. Al principio detestaba al animal, pero luego fue encariñándose con él. Lola nunca se consideró pájaro, se creía perro como el bulldog inglés y el terrier irlandés que tambié criaba. Se hizo parte de la familia y al fin, por su culpa, el escritor tuvo que mudarse de su enorme casa en un lugar aislado de Sicilia pues su criada acusó a Lola de ser de malagüero y a él, por tanto, de echar el mal de ojo. Una maldición imposible de rebatir. Se mudó a un pequeño ático en Via Margutta, en Roma, donde Lola se apropió del balcón. El final de Lola es triste. Pero fuera de que ese relato sea el más redondo, el imprescindible, del volumen, lo que dice Truman Capote sobre éste en el Prefacio que acompaña la edición es absolutamente genial: le da una vuelta de tuerca, lo convierte en un ars poetica:

"(...) Lola tiene una curiosa historia. Fue escrito para exorcisar el fantasma de una amiga perdida, y posteriormente lo compró una revista americana, que no lo publicó porque el director de la revista decidió que lo encontraba horrendo: dijo que no sabía de qué se trataba y que, además, lo encontraba negro y siniestro. Yo disiento, aunque comprendo a qué se refiere; instintivamente debió de penetrar la máscara sentimental de este relato verídico y comprender, sin reconocerlo del todo, de qué trataba en realidad: de los peligros y la perdición que supone no percibir y aceptar los límites de nuestra supesta identidad, las clasificaciones que nos imponen los demás: un pájaro que cree ser un perro, Van Gogh insistiendo que es un artista, Emily Dickinson en que es poeta. Pero sin esos juicios erróneos y esas conviccones los mares dormirían, y nadie hollaría las nieves eternas".

Amén.

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1:22 p. m.

¿Y usted qué ha publicado en su vida?    



1:55 p. m.

Estupenda obra la de Capote, y dado que prefiero su obra breve a la extensa, esta recomendación es perfecta.

Un saludo.    



6:46 a. m.

Thays, podrías hacerme el favor de leer esto:
Querido Faverón: me imagino que su débil composición digna de un iniciado en el taller de narrativa de Ricardo Sumalavia, propende a socavar la crítica de Agreda respecto de la novela de Iván Thays, su Alexei Nicolaevich para hablar con precisión semántica y moral. Es obvio. No cuestionaré la validez de sus asperezas argumentativas (escritas con estilo modesto y llano, al que ud es pródigamente recurrente). Ni el modo falaz y patético con el que se atribuye ideas tan elementales. Existe gente a la que hace feliz descubrir perogrulladas. Es un destino, una vocación, diría albur a riesgo de incurrir en la misma huachafería que su amigo Salas. Ser, imagino, el eterno exégeta de verdades primariosas es un estímulo de la que muy poca gente se sustrae. Felicidades. La literatura no sería lo que es, si no existiera gente dedicaba a la divulgación y redacción de coyunturales apostillas, ejercicio meritorio de aludir, y al que algunos fósiles confunden con el periodismo. Gracias Gustavo. En lo que respecta a la crítica de Agreda, la banalidad o frivolidad a la que se hace referencia, se circunscribe inequívocamente al texto. No es lo suficientemente torpe ni obtuso como para refrendar a Ibarra ú otros innombrables, que descalifican a Thays por cuestiones estrictamente personales. Cuando dice: “El que esas reflexiones no tengan el interés ni el peso necesario es sin lugar a dudas el mayor problema de Un lugar llamado Oreja de Perro”, no se refiere como ud equívocamente sugiere, a Thays sujeto-blanco-católico-clasemediaalta-limeño-miraflorino-pucp-criollo--peisa-amigodefaverón y un largo y bizantino etcétera. No establece ámbito de discusión acerca de la calidad que debe ostentarse para escribir sobre la violencia. Sería absurdo. La novela de Thays es deficiente no porque retrate de modo “políticamente incorrecto” la violencia, sino porque su estilo prefabricado, esquemático, incluso facilista, como lo señaló Lemus, tiene un correlato ideológico similar. Es decir: incluso cuando Thays habla de sí ad nauseam, es frívolo, es superficial. Su viaje interior parece un expendedor de fast food. Sus referencias cosmopolitas a las que ud defiende con tozuda y bizarra admiración, no transmiten una sensiblidad, no son itinerarios emocionales, poco o nada nos ayudan a conocer a sus personajes, o los motivos del narrador. Si bien es cierto que toda literatura es afectación, no toda literatura es pomposamente vacua.

Pedro Villón.    



8:51 a. m.

Leído. De nada.

IVAN    



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