Elfriede Jelinek sobre el monstruo
Resulta difícil vivir soportar el mundo cuando abrimos el periódico y nos enteramos de casos como el de Josef Fritzl, secuestrador y violador de su hija y de sus nietos-hijos. ¿Cómo es posible que la humanidad cree esos engendros? Sé que hay miles de explicaciones, pero igual es difícil de tragar. Y más aún cuando leemos en los diarios que el sujeto se niega a reconocer su monstruosidad con un cinismo impresionante: "No soy un mosntruo. Podría haberlos matado a todos" ha dicho. La Premio Nobela asutriaca Elfriede Jelinek ha comentado el caso Fritzl en su página web. Lo hace desde una perspectiva feminista (absolutamente insuficiente en un caso con las dimensiones patológicas como este) asociando el caso con las estructuras patriarcales arraigadas en la conservadora sociedad católica de su país. Dice la nota:
En unas tres páginas de prosa y bajo el título Im Verlassenen (En el abandono), la autora hilvana una serie de asociaciones de ideas en torno al "calabozo subterráneo de Amstetten", donde Josef Fritzl presuntamente encerró y violó a su hija Elisabeth durante 24 años. Así, habla de un "abuelo-Dios-padre", que se construye un idilio "a imagen del cuerpo femenino, con muchos recovecos y pasillos" para reinar sin límites, y de que "en nombre del Padre empieza y termina todo". Indirectamente, la autora de La pianista acusa a las fantasías masculinas aceptadas durante siglos en la educación tradicional, que no están lejos del sueño de "un templo sólo para la avidez del padre". Y un mundo exterior donde reina la tranquilidad, donde no deben oírse ruidos ni gritos, y donde nadie cuestiona la autoridad de ese padre-abuelo.
Por otra parte, la autora ha confirmado que su última novela, Envidia: Una novela privada, que durante un año ha ido colgando por capítulos en internet, concluyó hace un mes y no piensa editarla en papel.