MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Brendan Behan en NY

Brendan Behan. Fuente: Chris Beetles

Recuerdo que hace muchos años me reuní con un amigo irlandés que llevaba puesto un polo con caricaturas de escritores de su país. Eran cuatro o seis dibujos de los cuales reconocí a todos menos uno. Le pregunté quién era el desconocido y él, abriendo una Budweisser, se burló de mí. "¿Quieres ser escritor y no conoces a Brendan Behan?", se carcajeaba. No, pues, no lo conocía. Y aunque apunté el nombre mentalmente, jamás pude encontrar una obra suya y el nombre se quedó traspapelado en mi cerebro hasta que hoy lo he vuelto a reconocer en la reseña que Mercedes Monmany le dedica a este escritor dublinense, buscapelitos, alcohólico y aparentemente genial muerto a los 41 años. La editorial Marbot acaba de publicar Mi Nueva York. Dice la reseña:

Su libro fue publicado en el mismo año de su fallecimiento y estaba gozosamente compuesto por cientos de anécdotas deliciosas que saltaban y brincaban sin cesar, convirtiéndose, a través de una cháchara infinita o monólogo de barra de bar o garito de madrugada, en minúsculas tramas continuamente interrumpidas por las más fugaces y desternillantes asociaciones de ideas. En una especie de sonámbulo deambular de narrador oral, como los que abundaban en su tierra natal, viejas mitologías, bañadas en Guinness o Jack Daniel´s, según la ocasión, se adaptaban fantásticamente a la ciudad trepidante y voraz de todas las historias y todos los encuentros humanos imaginables que era esa Nueva York que los engullía. Curas católicos y rabinos, amigos judíos, policías, barmans, jueces del Tribunal Supremo o fiscales de distrito, «chicas encantadoras» del Vassar Collage, tropeles familiares de irlandeses de la diáspora, cantantes de baladas, poetas locos, corredores de apuestas, columnistas del New York Post, humoristas de clubes nocturnos, compositores o cantantes se mezclan en esta crónica efervescente con lugares legendarios -el Hotel Chelsea o el Algonquin-, además de con una larga sucesión de restaurantes y bares preferidos, caso del Costello´s («mi segunda casa»). No falta aquí un tumulto de nombres propios inagotable: dibujantes como Thurber, boxeadores como Jack Dempsey, pintores como Picasso, actores como Franchot Tone o escritores como Evelyn Waugh, Dylan Thomas (con quien siempre se le comparó), Yeats, Joyce («Shakespeare lo dijo todo muy bien y lo que dejó por decir lo completó James Joyce»), Kerouac, Beckett («no sé de qué tratan sus obras, pero sé que las disfruto»), Allen Ginsberg, Norman Mailer, Bernard Shaw o Arthur Miller.

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