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Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

La librería Strand

Librería Strand. Fuente: about manhattan

En la sección cultural de "El País" de hoy Bárbara Celis, desde Nueva York, escribe una nota sobre la mítica librería Strand, especializada en libros de segunda mano, y sus 80 años y 28 kilómetros de libros. ¿Desaparecerá?

Dice la nota: "Hace unas semanas se presentaba en Nueva York a bombo y platillo el iPod de los libros, el Kindle. Y el lanzamiento lo hacía Amazon.com, pionera en la venta de libros online. Pero en Strand, la librería de segunda mano más veterana, grande y quijotesca de la Gran Manzana, que este año ha cumplido 80 años de vida, Fred Bass, su dueño, sonreía. "Estamos destinados a desaparecer pero no importa. Aún habrá un par de generaciones que comprarán sus libros en tiendas como la mía. Luego... Mira lo rápido que ha sido con la música. La gente ya sólo se la baja de Internet. Con los libros pasará lo mismo. Nadie usará el soporte tradicional, sólo los románticos", afirma atrincherado tras sus gafas de ávido lector. Pero hasta que las premoniciones se hagan realidad, seguirá siendo un placer único bucear en las "18 millas de libros" (28 kilómetros) con los que se anuncia esta institución. Las paredes y pasillos de sus cinco pisos están tapizados por miles de obras en aparente desorden que permiten al amante de la lectura encontrar desde un tratado de física cuántica al último best-seller, pasando por todos los clásicos antiguos y modernos o los mejores catálogos de fotografía y arquitectura actual. Usados, sí, aunque también nuevos, y sobre todo, más baratos. Atrincherada en una esquina del sur de la calle Broadway, Strand está sitiada por diversos flancos por grandes cadenas de librerías como Barnes and Nobles, Borders y, sobre todo, por la especulación inmobiliaria que amenaza la zona. Afortunadamente, el señor Bass, como se le conoce en los círculos literarios, pudo adquirir el edificio que le sirve de sede hace una década. "El boom inmobiliario ha echado de este barrio a todos los que no son propietarios", explica hoy sentado en el despacho de su hija, quien dirige el negocio junto a él. "Yo no tengo despacho, me gusta estar entre la gente", explica. A sus "setenta y tantos" años, Bass es el último superviviente de una generación que creció entre las librerías que, en la primera mitad del siglo XX, dominaban la llamada Book Row, calle adyacente a Broadway en la que había casi 50 librerías en apenas seis manzanas. Hoy no queda ni una".

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