Un frágil equilibrio
Margo Glantz, de viaje por España, conoce su naturaleza migratoria en un VIPs con aire acondicionado. Una crónica estupenda de "La Jornada".
Dice Margo: "Como siempre, sigo viajando. Me ha pasado algo curioso, pero antes de consignarlo, manifiesto una duda, reiterada cuando redacto esta columna: ¿A quién le importa que una señora x dé vueltas por el mundo y luego lo escriba para que algunos lectores la lean? Bueno, como siempre también, dejo abierta la pregunta. Estaba yo sentada tomando un café en un Vip’s de la avenida Goya en un Madrid desierto y sorprendentemente poco caluroso. De repente, advierto que estoy sentada sólo sobre media nalga. Me sobresalto y reflexiono, cosa que hago algunas veces. ¿Por qué me he sentado al borde –bordísimo– del asiento, si aún no me traen lo que he pedido? Y al tiempo que reflexiono y me acomodo con ambas posaderas sobre la banca, descubro de pronto una verdad redonda como un círculo vicioso: estoy así, a punto de caerme porque no puedo permanecer nunca en el mismo sitio y ese es el origen de este perpetuo movimiento que si falla me hunde en la más profunda depresión".
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