MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Sin argumentos


[DISCUSIÓN] He dejado en la sección "notas" de Moleskine los dos comentarios -por ponerle un nombre- con que César Hildebrandt desde su columna en "La Primera", y Beto Ortiz en una entrevista en el diario "Correo", han participado en el debate en torno a la recepción de la crítica literaria -por ponerle un nombre, otra vez- a la nueva novela de Ampuero. En ambos casos, se argumenta de manera implícita que el rechazo a los comentarios a Puta linda se debe al hecho de que Gustavo Faverón trabajó en la revista Somos como editor, cuando Fernando Ampuero era editor general de publicaciones de "El Comercio". Bajo la misma lógica, podríamos argumentar que el artículo de Maribel de Paz en Caretas fue una ofrenda floral a su ex-jefe César Hildebrandt -célebre némesis de Ampuero-, bajo cuyas órdenes trabajó durante un tiempo en el diario Liberación. ¿De eso se trata? No, claro que no. Entonces, ¿qué buscan rebajando a cuestiones personales esta discusión? En ambos casos, el argumento es desdeñable porque es una falacia ad hominem que paso explicar a tan sesudos contendores: incluso si fuera cierto que Gustavo, Maribel, yo o cualquier otra persona hubieramos participado de este debate con un fin ulterior, eso no implicaría necesariamente que las ideas expuestas sean erróneas.

El problema de Hildebrandt y de Ortiz es que no estamos en un programa de TV, donde el más enfático, el más cínico o el más malhumorado pasa por ser el más "inteligente" y tener la razón, sino en el mundo de las ideas que se exponen y quedan grabadas en los blogs y las revistas. Cualquier persona interesada en este lío puede hacer el seguimiento de esos textos y saber quiénes, sin insultar y ejerciendo su derecho a discutir temas literarios que son de su incumbencia, han expuesto una serie de argumentos no a favor de Ampuero, y ni siquiera de su novela, sino de la crítica literaria como un ejercicio serio y valioso. Y quiénes, incapaces de proponer aunque sea una idea debatible, han preferido el insulto, el chisme, la calumnia y las referencias al aspecto personal (¿?) de aquellos que no están alineados con la idea de que la literatura peruana es un burdel donde se vale agredir, rebajar, chillar, subestimar, pero no argumentar. En todo caso, me queda un consuelo: los años de experiencia en periodismo tanto de Ortiz como de Hildebrandt deben haberles enseñado que, en una discusión, quien desdeña las ideas a favor de los insultos es quien ha claudicado. Un punto a favor, entonces, de la defensa de la crítica y las reseñas literarias como un ejercicio lúcido, riguroso y discutible. Viniendo de tan marketeados polemistas del poderoso mundo de los medios de comunicación, y siendo tanto Gustavo como yo solo dos simples mortales que administramos blogs como los que cualquiera puede crear gratis, dicha acta de rendición no es poca cosa.

En la foto, versión de Gustavo Faverón de los molinos de viento de César Hildebrandt.
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