Faverón aclara
[DISCUSIÓN] Acabo de recibir una carta de Gustavo Faverón en la que rechaza los insultos que contra él han proferido Beto Ortiz y César Hildebrandt, y que mencioné en un post anterior. Respecto a la carta solo quiero acotar que, de comprobar que un conocido blogger está detrás de esas calumnias sobre el familiar de Faverón, tendré que borrar de mi lista de recomendado su enlace pues, como ya dejé claro antes, este blog no ampara calumniadores.
"Estimado Iván: Los lectores de tu blog que lean esos textos de Hildebrandt y Ortiz merecerán saber si son ciertas las acusaciones que me hacen. Permíteme contarles que ambas son falsas. Hildebrandt, que me conoce desde que nací, no encuentra una sola cosa verdadera que esgrimir en mi contra, y entonces recurre a uno de sus métodos preferidos: no me acusa sino que desliza un comentario insidioso sobre mí. Insidioso en su mente paranoide, claro está. Dice que fui cadete de la Marina, como si eso fuera una descalificación. Y además, es un invento: jamás he sido parte de ningún instituto armado, y cualquiera que me conoce (y sobre todo cualquiera que me conozca desde que nací) saben que eso es una invención atrabiliaria y deshonesta, conducida a descalificar mi libro sobre los años de la violencia, Toda la sangre.
Hay otras personas aun más rastreras que Hildebrandt, que han inventado una historia peor: que un familiar mío muy cercano es un ex marino acusado de crímenes atroces. Otra vez: incluso si fuera cierto, nada tendría eso que ver con mi propio trabajo. Pero además es absolutamente falso. Tengo más de un familiar que ha sido marino, y todos ellos tienen sus hojas de servicio limpias. Y ninguno de ellos sirvió en ninguna de las ramas de la marina que tuvieron algo que ver con la guerra antisubversiva, y ninguno de ellos, gracias a Dios, tuvo que ir jamás a ninguna zona de emergencia. Denigrar a esas personas sólo para mancharme a mí es algo que sólo puede tramar un miserable y sólo lo puede repetir un inescrupuloso. Lamentablemente, ambas especies de aves de rapiña existen en el mundillo literario peruano.
Ortiz hace algo más simple: mide a todo el mundo según su propia moral. Y ya sabemos cuál es la moral de Ortiz, tantas veces acusado de tantos y tan graves delitos. Una vez más, como Hildebrandt, Ortiz no tiene nada que decir contra mí, pero quiere decir algo, entonces lo inventa. Su invento en verdad parece una explicación en clave de su propia norma de vida: la adulación y la intriga en dosis semejantes. Y su nivel mental queda claro cuando afirma, poco más o menos, que yo no puedo ser crítico literario porque soy amigo de Ampuero y además me gustan varios de sus libros. Si esa tontería es todo lo que Ortiz puede decir en mi contra, valdría la pena que se quedara callado y se diera un tiempo para pensar una mentira eficaz, como su compañero de estulticia y resentimiento, César Hildebrandt.
Gracias, Iván, y disculpa por tomarme este espacio tuyo para responder a estas personas, que bien harían en escribir sus novelas descosidas y risibles con el mismo vuelo de la imaginación que invierten en sus mentiras periodísticas,
Gustavo"