Alphavilles peruanas
[PAGINA 12] Uno de los aspectos literarios más interesantes de los últimos años en el Perú -y que no puede ser entendido desde la perspectiva de la crítica que considera aún hoy al "realismo" (lo pongo entre comillas porque ni ellos mismos saben a qué se refieren exactamente con ese término) como la tendencia prioritaria de la literatura peruana- es el de los libros que recrean ciudades de naturaleza pesimista, incluso apocalíptica; una literatura de anticipación basada en la ciudad de Lima a veces, pero otras no necesariamente. Se trata de auténticas Alphavilles literarias peruanas, para aludir a una de las películas más interesantes de Jean Luc Godard. Me refiero, específicamente, a las dos obras más logradas del género: Hotel Europa de Luis Hernán Castañeda y El fondo de las aguas, de Peter Elmore (también aparece una versión interesante en La evasión de Christopher van Ginhoven).
El escritor argentino Alan Pauls hace un repaso, en un texto estupendo para el suplemento "Radar" de "Página12", de la manera como el cine ha abordado algunas ciudades reales o imaginarias. Sobre la película Alphaville ofrece una serie de ideas que muy bien podrían aplicarse a estas novelas peruanas recientes: "En Alphaville, el documental de anticipación que archivó la ciencia-ficción en el desván de los viejos joysticks escolares, Jean-Luc Godard probaba hasta qué punto la mirada del cine sobre la ciudad se juega siempre en la tensión entre el registro y el mito, la representación y la invención. Godard filma los complejos de monoblocs que proliferan en los suburbios del París de mediados de los ’60, llamados HLM –Habitation à louer modéré, es decir: “alojamiento de alquiler moderado”–, y los rebautiza con el nombre de Hôpitaux pour longues maladies (“Hospitales para enfermedades prolongadas”). Con su sequedad conceptual, el gesto de volver a nombrar un presente urbano crítico reduce a cenizas los intentos más espectaculares de ver y representar el futuro. “Cada vez que un cineasta aborda una ciudad lo hace respondiendo a una exigencia de metamorfosis”, dice Jousse, cuya enciclopedia dedica a Godard el apartado más extenso (seis páginas) del capítulo “Cineastas urbanos”. “No se trata sólo de mostrar la ciudad, sino también, y sobre todo, de transformarla. El cine puede hacer surgir una ciudad imaginaria bajo el empedrado de la ciudad real, o el fantasma de otra ciudad, más nocturna, más embrujada, tras las apariencias vigiladas de la ciudad diurna y regulada. El ejemplo de Alphaville es particularmente notable, ya que sin el menor efecto especial, Godard logra metamorfosear París en una ciudad completamente imaginaria o más bien surreal, es decir más real que las apariencias de la realidad”.