Recuerdo de Bolaño
Si hay algo realmente notable de Bolaño era que sus enemigos lo eran a muerte, pero sus amigos lo adoraban sin condiciones. Las personas que pertenecían a su círculo más íntimo sentían por él una devoción y admiración conmovedora, cargada de anécdotas sobre su imprevisto sentido de humor. El crítico Ignacio Echevarría, el escritor Rodrigo Fresán y el editor Jorge Herralde pertenecen, sin duda, a ese estrecho círculo. No es de extrañar que Herralde haya publicado -en la editorial El Acantilado, donde sacó también sus otros libros personales- un libro de recuerdos titulado Para Roberto Bolaño. Ahí cuenta, entre otras cosas, cómo apareció Bolaño en su oficina con el curioso libro La literatura nazi en América Latina (que luego saldría en Seix Barral) y de ahí la amistad cimentada, especialmente, con el premio Herralde 1999 a Los detectives salvajes. Como era de esperarse, estas memorias, habiendo pasado tan poco de la muerte prematura de Bolaño, lindan con la hagiografía. Solo así se explican frases de Herralde sobre Bolaño que recoge el ABC como su desconfianza sobre los premios literarios ("Es como creer en Papá Noel" decía de ellos según su editor), o sobre su generosidad y amistad ("En Chile fueron sonadas las polémicas que mantuvieron Isabel Allende y Bolaño. Él llamaba a ella "escribidora» y ella le contestaba a él tildándole de «amargado y resentido que no hablaba bien de nadie». Y no es verdad. Roberto era un ser generoso"). Más verosímil es asumir que Bolaño era un ser contradictorio -como todos- capaz de gestos de una gran generosidad, ciertamente, pero también cargado de mucho rencor e incluso soberbia. Para mí lo realmente trascendente es que, gracias a su talento, logró convertir esa coctel de sentido de humor, cinismo, generosidad, soberbia y rencor en novelas, algunas de ellas deslumbrantes.
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on 11.01.2005 at 4:41 p. m..
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