MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Más Weyergans

Hace muchos años Patricia de Souza me habló de François Weyergans y me dijo que era una persona dulce e incluso ingenua, además de mencionar su erudición y su sentido del humor a lo Woody Allen. Ahora, con la curiosidad del Premio Gouncourt y por la sorpresa del tema de su última novela (cuyo título y argumento podría ser una precisa descripción de mi fin de semana pasado) he leído con mucho placer una entrevista que le hizo Luisa Corradini para La Nación. La nota está llena de anécdotas, que lo hacen al mismo tiempo extravagante y entrañable. Dice Corradini: “Cómo definir a un hombre que reescribe cien veces cada párrafo porque no puede poner punto final a un libro? Que no cuelga el teléfono porque no tolera ser él quien interrumpe un diálogo. Que es capaz de recordar por qué utilizó cada palabra de sus libros. Que no puede sentarse a escribir si falta un solo elemento de su entorno habitual. Que duerme junto al último manuscrito para no abandonarlo. Que sólo acepta publicar si termina de escribir en agosto o, de lo contrario, espera hasta el año siguiente. Que es un maniático de la aritmética: sabe cuántos días vivió desde su nacimiento. Que considera la ternura una palabra desagradable.”
También cuenta su obsesión por enviar faxes, que me recuerda a la de Javier Marías, otro compulsivo del fax (y enemigo del email, páginas web, chat, etc). Y sobre su método para obligarse a escribir cuando está peleado con la máquina: “adopta drásticas medidas para obligarse a escribir: compra yogur y se promete terminar el libro antes de la fecha de expiración. Cuando le falla ese recurso, compra latas de sardinas en aceite, "que duran varios años más".
Sin embargo, mi anécdota favorita es la que explica por qué después de tantos años de no publicar, finalmente decidió hacerlo. No solo porque estaba perseguido por los acreedores, sino porque recibió un argumento contundente de su madre: “Deberías publicar. La gente creerá que estás muerto". Después de esa reprimenda, ¿cómo negarse? Solo espero que lo traduzcan pronto.
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