MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

¿Y cómo va la muerte del libro?

Óleo de Chardin que ilustra el artículo de Domínguez Michael. Fuente: fragmentos-letras libres

A partir de un artículo de Michel Melet, titulado "¿Y cómo va la muerte del libro?" Christopher Domínguez Michael se pregunta en su blog de Letras Libres por los nuevos avances tecnológicos y su relación con el libro. Y como un nuevo pero ardiente creyente en la tecnología según propia confesión (y que además usa Mac, como debe ser) la postura del crítico mexicano es optimista.

Dice el post: "Otro mito pertinaz comentado por Melot es aquel que dice que la televisión substituyó a la lectura. No fue así. La televisión substituyó a las partidas de cartas, al jugueteo mecánico en el piano o a la observación idiota del fuego hogareño. Melot admite que las estadísticas arrojan una paradoja: cada día se lee menos pero los lectores son más numerosos. Porque la lectura se ha diversificado, ya no dominan los lectores de libros serios encuadernados, ahora acompañados por quienes leen en línea, consumen artículos y toda clase de impresos o imprimibles, una categoría nueva. Ello no quiere decir que el lector arquetípico, el lector filósofo, el lector que pintó Chardin, vaya a desaparecer porque, como Melot alega, “el mal del libro es incurable. Pero nunca lo mata.” Se publican, por supuesto, toneladas de mala literatura e, inclusive, se publican toneladas de libros estúpidos, dañinos, fanatizantes, empezando por una parte de la propaganda distribuida desde hace siglos por las letradísimas religiones del Libro durante mil quinientos, dos mil años. En la época de Cervantes o en la de Flaubert también se publicaban porquerías inenarrables que, justamente, por serlo, quedaron olvidadas y perdidas, sometidas a la crítica marxista de los ratones pero disponibles para alimentar las investigaciones sociológicas o bibliográficas en el dominio de la teoría de la percepción. Siempre ha habido, por ejemplo, libros de superación personal: antes pasaban por devocionarios o literatura beata, de edificación. Y antes de Cristo no existía esa frontera, al parecer: la filosofía era a la vez práctica y metafísica. Es más: si Sócrates o Aristóteles entraran a cualquier librería del siglo XXI y buscasen libros de su profesión, les sería más fácil acercarse, al menos en primera instancia, a los autores de superación personal que a Hegel o a Jaspers.

(...)

Decir, como se dice, que las cadenas sólo venden mierda, es una verdad a medias pues la mitad de los libros que se venden en la FNAC, en Barnes & Noble o hasta en la Gandhi son maravillosos, gracias, entre otras razones, a una revolución ya vieja y triunfante y que en su momento también suscitó la santa cólera, la revolución del libro de bolsillo. Ese tema también lo trata Melot, al rebatir el pesimismo de George Steiner, quien llegó a temer la desaparición de los hardcovers. El propio Steiner renunció a esas predicciones y ahora mira ese escenario con perplejidad pero sin indicios apocalípticos (...) La aparición del libro-consola no significa que vayan a desaparecer los libros impresos, lo mismo los que atesoramos los bibliómanos con todo el sentimentalismo del coleccionista y sus amaneramientos, mismos que comparto hasta grados patológicos. Tampoco se irán los batalladores libros de bolsillo, con la lamentable excepción de aquellos que se fabricaron en la segunda mitad del siglo XX con pulpas de papel periclitable y que, como ninguna otra cosa, amenazaron al libro de una verdadera muerte física por pulverización. El consumidor de libros ya no acepta tan fácilmente esos libros malhechos, que se desencuadernaban, brutalmente pegados, sin coser y cuyas páginas amarrilleaban en un santiamén. Yo dedico algunas horas al año a posponer la muerte irremediable de mis ejemplares, por ejemplo, de la Colección Austral y requiero de la constancia de mis caprichosos encuadernadores. Dice Melot que los profetas de la muerte del libro ya se cansarán y les sugiere cambiar de rubro y pregonar, por qué no, la futura muerte de la digitalización. Quizá, digo yo, vivimos en la época de oro del libro y educados en el arte de la deploración, nos negamos a admitirlo. En el Kindle o en sus predecesores, que en un cerrar y abrir de ojos se venderán a la salida del metro Chapultepec, se almacenarán baratijas pero también manuscritos antes limitados a los eruditos, hemerotecas enteras. Quizá el Libro que Vendrá no ha llegado y está por llegar, me digo, en plan mesiánico y blanchotiano, al mismo tiempo que corroboro que me he transformado en un progresista. Y peor todavía, también observo me he vuelto un tanto bobalicón: a veces creo que vivimos en el mejor de los mundos posibles y me atormenta, al caer la noche, creerlo. Me digo entonces que el optimismo es una fantasía defensiva. Etcétera."

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6:43 a. m.

Muy buen post (no dejar pasar la llamada al blog de Ch. Domínguez!!!). La televisión no no habrá substituido a la lectura, pero eso se da con los lectores habituados a serlo, los destinados a desaparecer antes que la tele; en cambio con los niños, que serían los que importan en la perspectiva tácita del asunto, vaya que sí coacciona, en acuerdo con la
ley del mínimo esfuerzo imperante en la Naturaleza, para que el futuro potencial lector
no lo sea: acostumbrado, como está, a la pasividad lerda del televidente promedio, el
futuro candidato a lector, experimentará con desagrado un dolorcito de cabeza a la
primera página del Quijote, lo que le hará poner al margen a Cervantes per secula
seculorum amén.
Vielen Dank, Herr Iván; tu labor con Moleskine le inspiraría un abrazo fraternal al más egotista de los bípedos implumes (Como no quiero chorearme la expresión, diré que pertenece a Cortázar, lo que muchos saben bien).    



5:27 p. m.

Sale a la luz la primera novela escrita por un ordenador
El escritor artificial es un programa informático bautizado como PC Writer 2008


Una editorial rusa anuncia el lanzamiento de la primera novela escrita por un ordenador. Gracias a un programa informático bautizado como PC Writer 2008, se ha podido concebir una obra en tan sólo tres días, partiendo de pautas iniciales que los creadores del software introdujeron en él para que éste desarrollara la historia. Ambientada en nuestra época, en una isla misteriosa, e inspirada en la novela Anna Karenina, su lanzamiento ha levantado numerosas críticas en el sector literario, que señala que una obra así no puede ser tomada en serio. A pesar de esto, los editores señalan sus ventajas: costes de edición más reducidos, producción “a medida” de sus demandas y garantía en los plazos de entrega de los manuscritos. La iniciativa ha despertado gran escepticismo entre los expertos.    



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