Mi acostumbrado repaso por la "Revista de Libros" de
El Mercurio me lleva, en primer lugar, al
artículo que escribe Juan Villoro sobre la novela
El último lector de Piglia, de la que dice "Los escritores que interesan a Piglia no conciben la escritura como acto posterior al conocimiento sino como forma de conocimiento". Luego, un breve
comentario a una edición del libro de crónica
¿Qué hago yo aqui? de Bruce Chatwin (que, por cierto, en una de sus crónicas habla de Maria Reiche). El comentarista califica al libro de "frío, elegante y directo". Luego, un
comentario a
Pútrida patria , horrible título que Anagrama ha escogido para la edición de los artículos literarios de WG Sebald. De él dice: "En apenas 10 años, W.G. Sebald se reveló y consagró como el guardián de la memoria cultural.
Vértigo,
Los anillos de Saturno,
Los emigrados y
Austerlitz fueron aclamados por la crítica no sólo por su inclasificable estilo - mezcla de crónica de viaje, biografía y ensayo histórico- , sino por la melancólica resistencia a la modernidad, ese caballo desbocado que avanza sin ningún respeto por el pensamiento, el arte y la religiosidad. Sebald, un nostálgico a tiempo completo, combatía con su mejor arma: la voluntad de recuperar el pasado". Un
comentario de Alfredo Bryce Echenique sobre Cervantes titulado "La sonria de la razón". Y finalmente, una
entrevista realizada en la Feria del Libro de uenos Aires con uno de los escritores más interesante en la Europa actual, que se hizo sumamente célebre con la novela
El lector, llamado Bernard Schlink. Dice: "Lo que yo hago es poner al lector en una posición en que se pregunte una y otra vez si algo está bien o está mal. Me interesa que se cuestione. En este sentido sí podría decirse que está en una posición de victimario. Los lectores no sólo quieren recibir cuentos ni meras descripciones, también les gusta involucrarse y tener que resolver problemas, tomar un papel más activo". Especialmente curiosos los comentarios que Schlink hace sobre el estilo literario de los textos jurídicos (antes de su éxito literario, él era juez del Tribunal constitucional de Renania del Norte-Westfalia y profesor de derecho público y filosofía del derecho en la Universidad Humboldt de Berlín.)
Carátula de Revista de Libros con foto de Bernard Schlink