Dos miradas lúcidas
Mientras trato de ordenar los papeles, las notas en el Moleskine, y dejar mis impresiones sobre lo que se habló ayer en el auditorio de la Biblioteca Nacional-destacando los aspectos literarios, que fueron mucho- entre Claudio Magris y Mario Vargas Llosa (presentados estupendamente por un atinado e incluso divertido Enrique Planas) les dejo algunas notas de prensa. En el diario "La República" Pedro Escribano resume así la conversación:
El primer invitado a tomar la palabra fue Claudio Magris. El autor de El Danubio abogó por el oficio de escritor y señaló cuán poderosa y útil es la literatura en una sociedad, sobre todo en aquellas en las que impera la coerción. “La literatura es una revolución contra el orden y el control”, sostuvo el escritor italiano. Y que la literatura enfrenta a todos los poderes y que, por ejemplo, a veces significa la derrota de las utopías, ya sean religiosas o políticas. “Ante la derrota de las utopías, la literatura nos ayuda mucho a imaginar nuevos caminos”, subrayó. En su turno, Mario Vargas Llosa afirmó que “un escritor no solo tiene que ser un escritor nomás”, sino debe asumir sus deberes cívicos como ciudadano.“Nada más instructivo para entender la relación entre literatura y sociedad que leer la obras de Claudio Magris”, señaló el escritor peruano para aludir la obra ficcional y ensayística del escritor italiano. Coincidiendo con Magris, sostuvo que la literatura nos entrega instrumentos para entender mejor nuestra sociedad. Señaló que las obras literarias nos entretienen, nos producen placer, pero también “nos educan para enfrentar y criticar el mundo”. Por eso, los regímenes tienen una desconfianza de la lietratura, sobre todo la novela”, agregó. [...] Otro tema fue el de la migración. Y que Europa no sabe qué hacer. El autor de La casa verde refirió que “grandes conquistas de la democracia se resquebrajan en nombre de la identidad”. Puso como ejemplo las comunidades islámicas que están imponiendo valores antidemocráticos en nombre de la identidad.
Por otra parte, una nota en EFE comenta así el encuentro:
Dos eternos candidatos al Nobel de Literatura, el peruano Mario Vargas Llosa y el italiano Claudio Magris, coincidieron hoy en Lima en que la mejor literatura de ficción no nace de la razón, sino del lado oscuro e irracional del ser humano. En esta reivindicación de lo irracional como germen de la mejor literatura, Magris lo comparó a "escribir con la mano o escribir con la cabeza" y, según él, los mejores escritores son los primeros, pues en ellos habita el genio, mientras los otros son los que se rigen por la inteligencia. Para Vargas Llosa, la novela se escribe "con la totalidad humana", pero reconoció que "de la parte oscura y escondida" de su personalidad, que también llamó demonios y fantasmas, que "brota muchas veces una vivencia que da una riqueza mayor" a la literatura. [...] También reflexionaron sobre la construcción del tiempo en la literatura, mucho más compleja de lo que parece, y Magris comparó la labor del escritor, cuando trata de recomponer el fragmentario tiempo contemporáneo, con el hilo de Ariadna, el que servía para conducir a Teseo a la puerta del laberinto tejido por el Minotauro. Vargas Llosa recordó que el tiempo literario, incluso en las obras clásicas, es siempre un artificio, pero "nunca arbitrario, sino necesario para la construcción del relato", y se mostró convencido de que muchas obras de ficción triunfan o fracasan por el buen o mal manejo de las sutilezas de la construcción temporal. [...] Pero no solo de literatura versó el debate, ya que ambos fueron requeridos por el moderador, el escritor peruano Enrique Planas, para que se pronunciaran sobre problemas sociales contemporáneos, y concretamente el conflicto creciente entre la identidad occidental y la oriental que suponen las comunidades de emigrantes en Europa. Magris recordó que para resolver el "miedo al otro" es fundamental una apertura y un diálogo, un permanente cuestionamiento de las ideas propias, pero trazando límites sobre los principios que consideró innegociables, como la igualdad de las personas. Vargas Llosa se mostró de acuerdo, pero fue escéptico al "no ver una solución pronta y rápida" a los conflictos que crea el apego a las identidades colectivas, particularmente de las comunidades musulmanes en Europa, cuando colisionan con los derechos humanos. Así, consideró que "grandes conquistas de la democracia se resquebrajan en nombre de la identidad", y puso como ejemplo el que existan reclamos abiertos para practicar cosas como los matrimonios negociados o la ablación del clítoris en nombre del respeto a la identidad y las tradiciones.
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