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Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

El folletín de Pamuk

Carátula de la novela. Fuente: parasaber.com

"Deliberadamente folletinesca", así califica Mercedes Monmany a la nueva novela de Orhan Pamuk Museo de la inocencia (Mondadori) que se centra en una historia de amor cuya clave la sintetiza Monmany, en una reseña la semana pasada en el ABCD las letras, de este modo tristemente cierto: "Los momentos más felices de la vida, esos incomparables momentos dorados de la existencia, son siempre ignorados por el que los vive". Dice además:

Melancólico y desgarrado, el protagonista de esta última novela, Kemal Basmaci, le ofrece al escritor Orhan Pamuk su propia historia. Una historia física y perfectamente visible en forma de un museo de lo privado, que explicará y condensará lo que fue su vida. Por otro lado, atraído por la petición que le hacía otro personaje al final de Nieve, le rogará él también a Pamuk que finalice con una sola y contundente frase: «Que todo el mundo sepa que he sido muy feliz». Lo suyo fue un caso de amor auténtico, puro, desinteresado, de los que no tienen que ver con la responsabilidad y el deber y ni siquiera con la presencia o desaparición del ser amado. En los años 70, el joven empresario Kemal Basmaci sufrió el zarpazo de un amor prohibido, del que se vio obligado a separarse a la fuerza. Arrepentido y desesperado, nada más darse cuenta de que había perdido definitivamente a su amada Füsun a favor de una novia formal a la que le unía un compromiso anterior, idearía, imitando esa parte importante de «la sabiduría occidental» que son los museos de todo tipo, un museo propio que contara la historia de su amor. (...) A través de los instantes fugaces que un obcecado y enamorado personaje intenta atrapar como sea, desfila todo un mundo conocido, muy familiar para los lectores de este autor: Estambul, cuya piel se recorre o se rechaza dependiendo del humor o del dolor intenso que sienta en ese momento cada uno de sus amantes despechados o heridos; el dilema de amar y «entregarse» a una cultura netamente nacional, sobreviviendo a lo importado, que en este caso se representa por la escasa afición por parte de los jóvenes «modernos», educados en Europa y Estados Unidos, por asistir a películas o espectáculos genéticamente «turcos»; o los esfuerzos denodados de una burguesía marcada «por la envidia de Occidente», que esgrime con orgullo licenciaturas de sus cachorros en la Sorbona, mientras «luchan por demostrarse unos a otros lo felices y lo ricos que son». Dentro de ese caos de deseos y voluntariosas imitaciones, de la modernización a marchas forzadas de todo un país entre toques de queda y dictaduras militares que sólo aparecen en esta novela como difuminados telones de fondo, ella, la amada Füssun, simbolizará la historia de amor siempre interrumpida con una «auténtica» y quizá inalcanzable Turquía.

Mientras tanto, en "Babelia" el crítico José María Guelbenzu toma un poco más de distancia con esta historia de folletín:

(...) hay una objeción de cierto calado. La historia de Kemal es, hablando pronto y mal, la historia de un encoñamiento seguida de la historia de una empecinada obsesión que, como todas las obsesiones, resulta ser malsana. Pero no es una historia de amor, es decir: no desarrolla un territorio amoroso, sino un territorio obsesivo. Esto no puede ser un reproche, pues nadie obliga a nadie a describir una verdadera relación amorosa; lo que sí es reprochable es el hecho de que la parte de historia que relata la espera de nueve años de Kemal para recuperar a su amada resulta ser una extensa zona donde la novela se empantana en minucias, en insistencias y reiteraciones que ni trascienden lo amoroso de la obsesión ni otorgan progreso dramático al relato, sino que lo dejan en una especie de tono menor costumbrista y, por parte del protagonista, lastimero. Si a ello añadimos que la situación planteada (desproporcionada en extensión y de difícil solución) la despacha de un bajonazo, estaremos ante una novela de gran potencial que se va apagando a lo largo de más de seiscientas páginas por una morosidad compulsiva que entierra su ambición. El encuentro final de Kemal con el propio Orhan Pamuk, a quien, como escritor, encarga hacer el relato del amour fou con destino a los visitantes del Museo, no deja de tener un aire de cuento de hadas, sobre todo teniendo en cuenta que el Museo contiene los mil cachivaches que a Kemal le recuerdan su relación con Füsün. Pamuk habla de "museo" como el deseo de conservar lo amoroso y como un regalo para futuras generaciones; lo que busca es transmutar una obsesión sexual en un monumento amoroso, pero los cachivaches del museo sólo tienen sentido para Kemal; para el lector son simplemente una almoneda.

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3:37 p. m.

aqui te envio el comentario breve sobre la novela LA ULTIMA MUJER EN LA GRAN CIUDAD http://ultimamujer.blogspot.com/    



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