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Oswaldo Reynoso Superstar

Oswaldo Reynoso en Buenos Aires. Fuente: eternacadencia

Nuestro crédito nacional, Oswaldo Reynoso, se encuentra en Argentina para la presentación de su novela -reeditada en la editorial argentina El Andariego- En Octubre no hay milagros e invitado por el Centro Cultural de España en Buenos Aires, que contó con la participación de Washington Cucurto -si se quiere, el descrubridor de Reynoso en Argentina cuando publicó un cuento de "Los inocentes" en Eloísa Cartonera sin saber si quiera si el autor estaba vivo- y la proyección de un corto. Me alegra de que, a pesar de que Oswaldo siempre declaró que no le interesaba la internacionalización ni que lo leyesen en otros países pues él escribía solo para peruano, haya aceptado este BookTour y empiece a abrirse una puerta extranjera de reconocimiento a su obra. ¿Ves? La internacionalización no muerde, Oswaldo. Ojalá pronto otras obras suyas (como los cuentos de Los inocentes o la novela Los eunucos inmortales) empiecen a aparecer para otros lectores. Gracias a Diego Trelles me entero de que en el blog de la librería "Eterna Cadencia" le hacen una entrevista titulada: "No soy un escritor, soy un creador" en la que se despega de las creencias de su pares de "Narración" y declara que una novela no es un documento sino una "obra de arte". Bien. Les dejo algunas preguntas:

La novela es del ’65. Salvo unas pocas menciones –la guerra de Vietnam, la Revolución Cuba–, no parece haber intenciones de situarla en una época.
Yo creo que ha habido una distorsión en la apreciación de la literatura peruana. No sé si en otros países se da esta distorsión. Los estudios que hacen los norteamericanos, los europeos y algunos críticos de mi país hacen más que todo es un enfoque sociológico. Entonces toman la novela como un testimonio de lo social. ¡Pero el escritor no ha escrito un ensayo! Ha escrito una novela y la novela es una obra de arte. Y sobre la concepción artística, estética del autor no dicen nada. Lo que les interesa es ver si refleja o no la realidad y como esta mirada sociológica. Me parece un error. En América Latina y en Perú se escriben buenas novelas, buenos cuentos. Pero eso se deja de lado. Con esta novela he comprobado esto porque sigue leyéndose a pesar de que se habla de otra etapa. Sin embargo hay determinados valores que subsisten. No leemos a Proust ni leemos a Dostoievski por la situación socioeconómica de Francia o de Rusia: leemos porque son grandes novelistas. Yo creo que esa óptica debe haber en la crítica, en la percepción de la obra narrativa. En mi primer libro, Los inocentes, los personajes transitan por cantinas que tienen rockolas, se visten a lo James Dean, tienen un lenguaje de esa época –lo que se llama lenguaje popular peruano–. Sin embargo es un libro que sigue leyéndose y sigue teniendo buena apreciación de parte de los jóvenes, porque en cada uno de los personajes hay una posición interna que, a pesar de la época, conmueve al lector joven.

¿Miguel –uno de los protagonistas– lo atraviesa la literatura de Dostoievski?
Es posible. Hay aspectos que me doy cuenta después de escribir, porque yo soy un sonámbulo cuando escribo. Porque no soy un escritor: soy un creador. La diferencia que establezco es que el escritor domina su forma expresiva escrita, inteligente, que puede escribir ensayo, poesía, cuento, puede escribir teatro, crónica periodística, pero no hace arte. El creador es aquel que tiene una pulsación interna y eso lo expresa a través del arte. Para mí la literatura es arte. Creo que Octavio Paz decía que un hombre inteligente y culto puede escribir un buen poema, pero no es poeta. Entonces yo hago esa diferenciación entre escritor y creador. Y yo me considero un creador.

Hay un momento en que el narrador habla con el lector. Le dice “nunca fuiste dueño de nada, la Iglesia te usa, los militares te usan…”
Eso para muchos críticos fue algo que desmerecía la novela, dentro de los patrones que hay de la novela. Y yo dije que no, que lo había escrito porque lo sentía. Y actualmente la novela moderna ha roto todos esos patrones. En mi libro Los inocentes, el último relato, el autor se dirige a uno de los personajes. El autor: el que está escribiendo el libro habla con uno de los personajes.
Luego de la edición del ’65, ¿volvió a leerlo, lo corrigió?
Nada. Ni una sola línea. No me interesó porque ya está hecho. Una vez que se publica ya no. El reformar y sacar otro libro me parece que es una trampa al lector. Y de este libro hay muchas ediciones. Ya he perdido la cuenta de las ediciones y de las ediciones piratas, y en este momento es uno de los libros que se leen en secundaria y en la Universidad. Este y Los inocentes. Con frecuencia me invitan a que yo hable con los estudiantes. Estas reuniones con los estudiantes son muy interesantes.

¿Cómo tomó la Revolución Cubana?
Me pareció que fue una gran revolución.

¿Hoy sigue pensando lo mismo?
No conozco mucho, pero si ha resistido tantos años… Pero yo nunca he hecho turismo político. Por eso nunca he ido a Cuba.

Pero fue a China.
Si fui a China no fue por turismo, sino fui a trabajar cuando me quedé sin trabajo en Perú. Y China me ofreció trabajo. Ahora, yo nunca he tenido una afiliación política, nunca he pertenecido a un partido político. Me parece que un partido político tiene sus planes y sus objetivos, y un escritor no puede someterse a eso, lo que no quiere decir que no tenga una ideología de izquierda. Pero eso lo vi claramente: cuando Stalin propone una reforma en el campo, Neruda escribe una oda a esta reforma, pasan tres años, la reforma fue un fracaso, y la oda de Neruda se fue al tacho.

¿Qué piensa de Mariátegui?
¡Ahhhh! Ahora no hay personas tanto de izquierda como de derecha que no recurran a Mariátegui. El dice “la revolución en América no puede ser calco, tiene que ser creación”. Y en literatura él tiene un juicio muy interesante: dice que hay que distinguir entre cosmopolitismo y universalidad. Hay escritores cosmopolitas que siguen las normas, los patrones de los centros de cultura, ya sean europeos o norteamericanos. Los autores universales son aquellos que aplican lo que dijo Chejov: pinta bien a tu aldea y estarás hablando al universo. Un escritor debe penetrar en lo que todos los seres humanos, en cualquier parte de la tierra, tienen la misma raíz. Eso lo ve Mariátegui.

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11:19 a. m.

Oh, al fin la obra del maestro empieza a conocerse en otros países. Hoy en Perú, nadie, como Reynoso, ha llegado a un estilo literario tan iluminado, tan único, tan alto y a la vez tan popular, tan para todos.

Gracias maestro.

Saludos desde Mendoza, Argentina.    



10:08 a. m.

De acuerdo. Es una lástima que novelas como "Los eunucos inmortales" no tengan mayor difusión. Es una de las novelas que más me ha conmovido. Me atrevo a decir incluso que es la mejor novela peruana de los 90´s (junto a País de Jauja).

No sé quién decía que a diferencia del siglo XIX, donde los mejores creadores eran los más leídos (Victor Hugo, Melville), en estos tiempos no pasa lo mismo.

saludos,    



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