El viajero Neuman
Aunque siempre ha estado en movimiento, en estos meses Andrés Neuman se ha convertido en un viajero frecuente en el book tour dedicado a su novela El viajero del siglo, ganadora del premio Alfaguara. Mientras se acerca a Lima (en dos semanas estará aquí Andrés, y la novela me acaba de llegar ahora mismo) podemos ir leyendo la reseña que le ha dedicado Angel Berlanga en "Radar Libros" quien la considera "un atrapante espejo entre pasado y presente".
Hans, el viajero del siglo, es un personaje intachable. El hombre es traductor y le gusta ir de sitio en sitio: apenas se aburre de un lugar, se va. En Wandernburgo, ciudad ubicada entre Berlín y Dessau, pensaba pasar apenas una noche, pero una cosa trae la otra y terminará quedándose un año: primero se hace amigo de un organillero bastante filósofo que vive en una cueva con su perro Franz y luego se prenda de una chica hermosa y de avanzada, Sophie Gottlieb, que organiza unos salones culturales en su casa. Ella está comprometida con Rudi Wilderhaus, un descendiente de los fundadores de este principado eclesiástico, cuya fortuna y buen nombre salvará la ruinosa situación económica del padre de la chica. “Así son las cosas, ¿no?, cuanto menos amor les pongas más parecidas se vuelven. Es como las historias, aunque todos las conozcan, si las cuentas con amor, no sé, parecen nuevas. Bah, digo.” La frase del organillero es pertinente para contrastar la ultra esquemática alusión inicial con la novela que escribió Andrés Neuman, porque este autor argentino nacido en 1977 y radicado en Granada se inventó aquí la ciudad de Wandernburgo, la situó y recreó en la Alemania postnapoleónica y proyectó sobre el ideario del romanticismo alemán una serie de discusiones sociales, políticas y literarias que enseguida suenan muy actuales, de plena vigencia, tanta que se aprecia el descoloquedefasaje respecto de los imaginarios de aquel lugar en aquella época (1827, ha dicho el escritor). “Lo que cada lector sea capaz de creer depende también de su imaginación, no sólo del lenguaje”, le dice Hans al rancio profesor Mietter en el salón. Además de una ambientación fabulosa del cotidiano, Neuman trajina un estilo que remite a cierto refinamiento de vocabulario a la antigua (“recupera el aliento de la narrativa del siglo XIX”, destacaron los jurados premiadores) en la que se filtran guiños y giros lingüísticos modernos con humor, ironía y sutileza.
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que libro más acartonado que he terminado de leer
7:58 p. m.
¡Saludos desde Puerto Rico!
Y te deseo lo mejor en todo ese camino que aun te resta por continuar creando y llevando esa sensibilidad y sinceridad en las letras.
Peter Pantoja
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