MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Francisco Porrúa entrevistado

Francisco Porrúa. Fuente: radar libros

Haber editado Cien años de soledad cuando otros editores dudaban -inexplicablemente- del valor de ese libro es suficiente para que Francisco "Paco" Porrúa pase a la memoria literaria del siglo XX. Si a eso se le suma haber editado Rayuela y a un sin fin de autores del Boom latinoamericano, y haber traducido El señor de los anillos por primera vez, además de otros autores notables (en traducciones espléndidas e inhallables, por cierto) tanto en Sudamericana como en su mítico sello sci-fi Minotauro, el resultado será considerar a Porrúa como uno de los editores más trascedentales para nuestra literatura en el siglo XX. Y de una lucidez extraordinaria, hay que decir. Patricio Lennard lo entrevista en Radar Libros: Dejo aquí algunas de las respuestas contundentes del editor:

¿Y en qué contribuyó usted a que Cien años de soledad mejorara como texto?
-Absolutamente en nada. No sugerí ningún cambio.

¿Y con Rayuela?
-Con Rayuela tampoco. La única vez que con Cortázar sugerí algo fue con Los premios y creo que me equivoqué. Por eso el editor tiene que tener mucho cuidado. En esa novela, aparecían unos personajes que subían a un barco y pertenecían al pueblo común de Buenos Aires, pero cuando llegaban al puerto empezaban a hablar de Schönberg, de la pintura cubista... Eran unos cerebros realmente iluminados, y se lo dije a Julio: le dije que eso me resultaba un tanto inverosímil. Y Julio me dijo que lo tuvo en cuenta. Pero creo que me equivoqué porque allí había un efecto cómico, un efecto de humor que estaba bien ahora que lo pienso. No importaba la verosimilitud en ese libro, la verosimilitud de la vida cotidiana. Importaba, como siempre importa, la verosimilitud del relato. La verdad literaria del texto.

Cortázar, García Márquez, Borges, Carlos Fuentes, Vargas Llosa y tantos otros, forman parte de una constelación de escritores que pertenece a una “edad de oro” de la literatura latinoamericana. ¿Cree que la literatura del continente no terminó de sacarse de encima el peso de esa tradición?
–Yo creo que la literatura latinoamericana, en general, y también la argentina, siguen siendo una especie de caldera de invención de futuro. Si pienso en la literatura española contemporánea, el escritor común vive muy atado a su tradición. Una tradición que ellos mismos se han inventado, por otra parte, y que es muy rara, porque omite libros. Es notable, por ejemplo, que el Quijote ha influido en todas las literaturas menos en la española. En la literatura española no hay derivados del Quijote, mientras que sí los hay en la literatura francesa y en la inglesa está Sterne y su Tristam Shandy. Otra cosa curiosa es que en la literatura española hay muy poca literatura fantástica, y la que hay es casi toda de fantasmas o de muertos. En cambio, en la Argentina, la literatura fantástica es tan normal, digamos, como la literatura realista. Vila Matas, que creo que es el escritor más interesante de España, por lo menos entre los que leo, escribe una literatura muy personal y hay lectores que suelen reprocharle que no sea más realista.

Pero no me contestó la pregunta... Después del boom, y con excepciones como por ejemplo la de Roberto Bolaño, ¿por qué cree que son tan pocos los escritores latinoamericanos que han trascendido internacionalmente?
–Pero ¿acaso no se puede decir lo mismo de casi todas las literaturas? Si pensás en los años ’40, que fue una época de mucha lectura para mí, estaban Thomas Mann, Aldous Huxley, Virginia Woolf, William Faulkner... Era una constelación bastante poderosa. Y hoy... Hoy ya no es lo mismo, evidentemente. Hay más figuras individuales, aisladas, pero no hay un cielo completo de grandes escritores. También es posible que esté equivocado y que sea otro el panorama actual, aunque no tengo dudas de que la literatura latinoamericana y la argentina siguen siendo muy activas y absolutamente creadoras. Si llegan al nivel o no de los años ’60, no sé, no me parece una cuestión relevante. Es un error establecer juicios de valor en literatura en términos comparativos. No se puede decir que Rayuela sea superior a Cien años de soledad, ni que Cien años de soledad sea superior a Rayuela. Cuando comprendes, aceptas la palabra “incomparable”, ahí se resuelve el problema. Si un libro es incomparable, entonces no lo comparemos.

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2:08 p. m.

BUen artículo!
Yo acabo de escribir sobre este tema en mi blog: http://blog-de-traducciones.spanishtranslation.us/el-dueno-y-senor-de-los-anillos-2009-06-09.html    



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