MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Junot en Buenos Aires (por teléfono)

Junot Díaz. Fuente: ommivoracius

Junot Díaz estará en Argentina, como uno de los autores estelares de la Feria del Libro, y a través del teléfono lo entrevista la revista Ñ para ir adelantando la lectura de su premiada La increíble vida de Oscar Wao. Junot tiene las cosas muy claras no solo en su carrera y ante su obra, sino ante el lugar que realmente ocupa en la sociedad norteamericana. En la mesa que compartimos en Miami comentó que el tema de los inmigrantes no estaba resuelto en la cabeza de los norteamericanos (de hecho, muchos críticos comentan de Oscar Wao que es un "inmigrante" pese a ser norteamericano). En la entrevista telefónica lo plantea así: "cada vez que estoy en las reuniones de docentes del MIT, la gente anda como 'Tengo un Premio Nobel', O 'Tengo un Premio Pritzker'. Y yo: 'Mis padres fueron ilegales'". Ganar un premio Pulitzer no significa nada frente a la exclusión. Acá algunas preguntas:

—¿Qué tiene que ver su vida con la de Óscar Wao?
—Uf, no mucho.
—Yo pensaba que un poco sí; usted fue a buenas universidades, se escapaba del barrio a la biblioteca...
—Imagínate, no conozco un escritor que no sea nerd. Yo soy nerd-nerd-nerd. Pero no tan nerd como Óscar. Hay niveles: si Óscar es un 8, yo soy un 3.
—Casi normal...
—La mayoría de mis amigos es un 1. No les encanta leer, no les gusta la literatura, no quieren saber de cómics. Dije que soy un 3, vamos a decir un 5, eso es más justo.
—¿Cuáles son sus características como nerd?
—Me encanta leer. Esa es la enfermedad que se me pegó. Mira, si alguien tiene un librero en su casa y, digamos, una botella de ron abierta, yo primero me acerco al librero.
—¿Cómo le dio esa enfermedad?
—Cuando emigré a Estados Unidos, yo tenía seis años. Creo que fue una reacción, una manera de sobrevivir, tú sabes, esa vaina tan difícil de la emigración, a veces un muchacho busca la forma de sentirse capaz, busca una forma de sobrevivir. La lectura me ayudó. Mira, yo vengo de una familia muy militar. A mis hermanos, a a mi papá, la única vaina que les interesaba era el boxeo. Para mí, un muchacho sensible, festivo, eso era demasiado salvaje.
—¿Fue difícil en esa familia convertirse en escritor?
—Imagínate, coño. Me tenía que esconder de mi propia familia. Tenía que esconder los libros para que no se burlaran.
(...)
—¿Hay un deseo de quedarse afuera de esa sociedad anglosajona cuando se habla spanglish?
—¡Yo no hablo spanglish, mi amor! Yo soy el único de la familia que habla un español tan muerto, y eso porque me crié con morenos, con african-americans. Mis hermanas, sus hijos, toditos hablan un español perfecto. Y sus hijos no son nada de spanglishparlantes.
—Pero usted escribe en spanglish.
—Bueno, no, porque mira, no es spanglish. Pero hay muchísimos escritores que mezclan inglés y español y nadie les pega spanglish. Yo creo que lo que sucede en esta novela es code-switching (NdeR: la mezcla de varios idiomas en una frase) entre español e inglés. La nueva generación es completamente bilingüe, habla bien los dos idiomas.
—Es decir que usted no le tiene ninguna fe al spanglish como idioma.
—¡Pero por favor! ¡Nunca! No veo al spanglish como un idioma, lo veo como una etapa.
—¿Cómo se siente cuando va a Santo Domingo?
—Es muy complejo. Me siento un inmigrante. Pero de otro tipo que en Estados Unidos.
—¿En Estados Unidos todavía se siente un inmigrante?
—¡Claro! ¿Tú crees que cuando uno domina el idioma y conoce más o menos la cultura eso cambia? Ser inmigrante es como ser alcohólico. Eso nunca se quita. Mis hijos, si nacen acá, no van a ser inmigrantes. Pero yo, siempre. Siempre, siempre, siempre.

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