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Vinicius de Moraes recopilado

Vinicius de Moraes. Fuente: elguionistahastiado

Dicen que siempre andaba con un vaso de whisky en una mano y el brazo de una garota en la otra. Vinicius de Moraes está indefectiblemente vinculado no solo al bossa nova sino al folklore brasileño, al gusto popular, a las canciones que todos cantan. Difícilmente era aceptado como un poeta "en serio" en Brasil, lo que lo condujo a decir alguna vez como defensa: "Yo prefiero la musiquita, las mujeres bonitas... de esta manera la poesía fluye. No quiero aquello (el trabajo disciplinado y meticuloso del poeta serio y comprometido)". Ahora, podemos leer la obra de Vinicius de Moraes y ver qué clase de poeta era el famoso compositor de la letra (la música se la debemos a otro grande, Antonio Carlos Jobim) de Garota de Ipanema.

La editorial brasileña Companhia Das Letras ha publicado recientemente una nueva selección de poemas del que fuera íntimo amigo del compositor Antonio Carlos Jobim, que viene a profundizar en la teoría de que Vinicius de Moraes, más allá de un icono de la bossa nova, fue un hombre eternamente angustiado. Poemas Esparsos (Poemas sueltos) incluye algunos versos inéditos, anotaciones y textos explicativos de grandes figuras de la cultura brasileña, como los poetas Ferreira Gullar y Carlos Drummond de Andrade, o el compositor y músico Caetano Veloso. El coordinador del volumen, el también poeta Eucanâa Ferraz, inaugura el epílogo de la siguiente manera: "Los dramas de Vinicius de Moraes nunca fueron los propios de la poética. Desde Camino a la distancia, su primer libro (...), los problemas de expresión de una inquietud existencial estuvieron en un primer plano y allí permanecieron instalados, ineludibles como un destino". Efectivamente, en los dos primeros poemarios rubricados por Vinicius, Camino a la distancia (1933) y Forma y exégesis (1935), una atmósfera de culpabilidad y desasosiego se apodera de los versos. Según explica Castello en un extraordinario ensayo publicado el pasado enero en la revista cultural brasileña Bravo!, la mujer surge en este periodo del poeta incipiente como una figura inocente e intangible, mientras que el hombre cobra la categoría de ser inferior y sucio, indigno del amor y la compañía femenina.

La nota en El País también se interesa por la mitología de Vinicius que incluye un romance con Marlene Dietrich:

Vinicius de Moraes simultaneó su intensa producción literaria y periodística con una maltrecha carrera diplomática que lo llevaría a Los Ángeles, París y Montevideo. Nunca soportó las rigideces del protocolo propio de las embajadas y los consulados. Cuentan que cuando no estaba de humor para ponerse el traje y la corbata e ir a trabajar, el autor de la letra de Garota de Ipanema despachaba y recibía visitas en calzoncillos en sus dependencias de la residencia oficial. En París, las mesas de Le Bar Anglais hacían las veces de oficina en horarios de trabajo y fue allí donde continuó su descenso a los infiernos del whisky y los romances furtivos (fue en este lugar donde cultivo la infidelidad a su tercera esposa, Lila Bôscoli, con la mismísima Marlene Dietrich). En un intervalo de 41 años, desde su primera boda hasta 1980, año en que falleció, Vinicius vivió una serie de nueve matrimonios, unos más tempestuosos que otros, sin contar con los innumerables affaires paralelos con que intentaba camuflar su eterna insatisfacción emocional. "El amor sereno significaba la muerte para él. Si no vivía en una permanente euforia amorosa entraba en depresión. Sufría lo que los psicólogos actuales denominan bipolaridad", explica Castello.

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