El diario de Helene Berr
"(...) una revelación de esta temporada, completamente exquisito y recomendable" dijo Alejandro Gándara en su blog El Escorpión sobre el libro Diario de Helene Berr -judía francesa muerta durante el Holocausto- publicado por Anagrama, "un diario atravesado por el miedo, pero que resulta un manual delicado y penetrante de cómo vivir en edades oscuras". No es poca cosa, ¿verdad? Y ahora le toco el turno a la siempre atentan Mercedes Monmany quien ha reseñado el libro de la temporada para el ABCD las Letras.
Estudiante de literatura inglesa, Hélène, que poseía una gran cultura y una rara y fina sensibilidad literaria, había leído a Conrad y retomaría las palabras, también finales, de Kurtz en El corazón de las tinieblas: «¡Horror, horror, horror!». Parecería que pocos documentos más, de altísima calidad literaria y relacionados con el Holocausto, quedaban aún por descubrir. Pero el tiempo lo desmiente: hace unos pocos años apareció el estremecedor libro de otro adolescente, cercado y acorralado por los nazis y sus aberrantes leyes raciales en la ciudad de Praga: el Diario de Petr Ginz (Acantilado); al que hay que añadir la novela póstuma, que había permanecido escondida en una maleta, Suite francesa (Salamandra), sobre los días de la Ocupación, de la grandísima escritora judía Irène Némirovsky, asesinada en Auschwitz. (...) Desde abril de 1942, a sus 21 años, hasta febrero de 1944, Hélène Berr redactaría un diario íntimo que con el tiempo tendría sobre todo como objeto narrarle sus experiencias, y «la monstruosa imposibilidad de comprenderlo», a su novio ausente, Jean Morawiecki, que se había enrolado en las filas del general De Gaulle. Hija de una familia acomodada, completamente asimilada desde generaciones, el padre de Hélène, director de una importante empresa química, había sido condecorado durante la Primera Guerra Mundial, algo que, como se vio, no le sirvió de nada a la hora de ser entregado a los nazis. En Bergen-Belsen. Pronto la vida de Hélène quedará irremediablemente partida en dos: una parte «extrañamente hermosa» y otra «extrañamente sórdida». Por un lado, «el frescor, la belleza, la juventud de la vida»; por otra, «la barbarie y el mal». De una enorme entereza, dignidad y heroísmo, negándose a aceptar la progresiva e implacable destrucción de lo que era su mundo y su vida de ayer, Hélène se niega a huir a la zona libre («dicen que hay que partir y abandonar la lucha; no, yo haré algo»).(...) Vital, lúcida, alegre, rodeada de amigos y compañeros de universidad que desde el primer día de llevar cosida a su chaqueta la humillante estrella amarilla no dejarían de darle muestras de afecto, lo mismo que mucha gente anónima por la calle, Hélène, como los flâneurs de Baudelaire o Benjamin, adora sus salidas de fin de semana al campo y sobre todo pasear por las calles de París. Su «territorio encantado» es el Barrio Latino, sus queridos bulevares de Saint-Michel o Saint-Germain, su metro de Odéon. Lugares «inundados por el sol, llenos de gente», donde «recobro mi alegría familiar, maravillosa». Como le dijo a su novio en su ya inmortal Diario: «Volveré, Jean, ¿sabes?, volveré». Y lo cumplió.
Como esta Sr Thays es interesante este contenido,sobre el diario de Helene Berr. Es la realidad,de la condicion humana, de la que estamos hechos, cada uno y seria fuerte leer este libro¿Porque es muy trizte y desgarrador? Como el diario de Ana Frank.
Un saludo
Hasta luego
2:29 p. m.
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