El testimonio Sebastian
Quizá la más grata revelación del año pasado la tuve al leer a Mihaíl Sebastian. Tanto su delicadísimo juguete literario Mujeres como la novela maravillosa La ciudad de las acacias (Pre-textos) fueron lecturas impactantes en el 2008. Lo que no tenía previsto, sin embargo, es que el cosmopolita narrador rumano podría escribir un testimonio tan tremendo del antisemitismo como el que, según me entero leyendo la reseña de Mercedes Monmany, se descubre leyendo Desde hace dos mil (Aletehia). Dice la reseña:
«Dos mil años de persecuciones contra nosotros, de talmudismo y melancolía», escribe el narrador, un joven intelectual de entreguerras, en esta estremecedora novela de formación (que cuenta, como en otras ocasiones, con una excelente traducción de Joaquín Garrigós). Atacado ya desde sus tiempos de estudiante en la Universidad de Bucarest, en 1923, por un feroz y salvaje antisemitismo que no permite a muchos como él el escapismo o las zonas intermedias en cuestiones de identidad, este mismo personaje inicia su relato con una premonitoria declaración de principios: «Creo que nunca he tenido miedo de personas ni de cosas, únicamente de señales y símbolos». Ambientada en una década, de 1923 a 1933, año de la llegada de Hitler al poder, en la que el antisemitismo era una gangrena que corría por toda Europa, asociada a un salvaje ultranacionalismo que en cada país había encontrado una víctima o enemigo común, los judíos, «agentes que descomponían» la ansiada pureza de raza, el protagonista de la novela de Sebastian tendrá que oírle decir a un amigo (que, como otros muchos a su alrededor, dice no ser antisemita) que «hay un problema judío y que es menester resolverlo», ya que el Estado Rumano, «un organismo miserable, venal y débil», ya no puede soportar «un millón ochocientos mil judíos». En la intrahistoria peculiar de esta obra brutal y profética, que anticiparía sobre el terreno de la ficción el tema central del Diario de Sebastian -la persecución contra los judíos-, se suceden las más escalofriantes paradojas. Obra plagada de atrocidades ideológicas y de delirantes chauvinismos, en ella el único que parece mantener la lucidez y la distancia fría de los acontecimientos, demostrando una ausencia de odio y una indestructible y ejemplar dignidad, en medio de la agresión y de la catástrofe anunciada, es el narrador. Un joven judío que, desesperado, ve caer, como sucedía en el Diario de Sebastian, con nombres propios (con Eliade, con Cioran), a todos sus amigos de antaño en la fascinación por los movimientos de extrema derecha de aquellos días y en la ola de odio desatada contra los suyos. Esa «rinocerización», o conversión contagiosa de los hombres en animales salidos de la selva, de la que habló su amigo Eugène Ionesco, el único que se mantuvo incólume ante un fanatismo inspirador de todos los crímenes posteriores.
Etiquetas: aletehia, mihail sebastian, NOTICIA, pretextos, rumania
Interesante obra...
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