Arde el musgo gris
Thor Vilhjálmsson. Fuente: flickr/ Örlygur Hnefill
Arde el musgo gris es la novela del islandés Thor Vilhjálmsson que estoy leyendo en este momento. Ha sido editada en castellano por Nórdica. De pronto, un párrafo me hace saltar como resorte y caer sobre este Moleskine Literario. Una mujer desconocida acaba de hacer el amor con un sujeto. Es una granja islandesa del siglo XIX. Luego, ella le comenta que su padre la abandonó. Y leemos:
Ya. ¿Qué vamos a saber nosotros? Aunque hayamos dormido juntos. ¿Qué sabes tú de mis recuerdos? ¿Y yo de los tuyos? Aunque ahora mismo acabamos de levantarnos de la cama, juntos. Y quizá por un segundo llegamos a creer que sabemos algo de lo que está sucediendo ahora mismo. Algo que no sabíamos antes. Hemos sentido algo nuevo. Pero ¿y ayer? ¿Y anteayer? Hace un año, hace cinco años, veinte. Y aunque gocemos una noche más, mantenemos alejados el hálito del pasado, por un tiempo... ¿no regresará de nuevo todo lo que queríamos evitar? Queríamos olvidarlo. Todo es como una novela, dice él.
La novela se publicó en idioma original en 1986, se tradujo a fines del año pasado al castellano. Pero estoy seguro de que este fragmento es idéntico a uno que escribí para Un lugar llamado Oreja de perro, luego de que el narrador tuviera sexo con Jazmín. ¿Cómo apareció en una novela islandesa del escritor contemporáneo más importante de ese país? Vasos comunicantes. Eso. Estoy convencido, y esta coincidencia lo reafirma, de que nuestras influencias más notables están en aquellos libros que aún no hemos leído, pero existen al lado de los nuestros como reflejos.
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Rayos, no recuerdo en dònde he leìdo eso del reflejo... Un cuento, me parece; Sì, debe ser... Podrìamos decir que las ideas se cruzan...
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