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Pamuk y la censura

Pamuk rodeado por el presidente de Turquía y el Ministro de Relaciones Exteriores alemán. Fuente: revista ñ

Delante del público que esperaba escucharlo en la Feria del Libro de Frankfurt, y delante sobre todo de diversas autoridades turcas que, como invitadas de honor, estaban en la mesa de presentación junto a él, el premio nobel turco Orhan Pamuk no tuvo temor de denunciar la censura que las obras literarias sufren en su país. Dice la revista Ñ:

Orhan Pamuk, Premio Nobel de Literatura del 2006, se presentó en la Feria de Frankfurt como uno de los invitados de lujo. Empezó su discurso recordando su primera visita a la feria con un tono estrictamente literario, pero poco a poco fue pasando al terreno de la política para centrar su atención en el espinoso problema de la opresión a los intelectuales."La tendencia del Estado turco de prohibir libros y castigar a escritores lamentablemente sigue viva. Basándose en el artículo 101 del código penal, con el que se procura intimidar a escritores como yo, se acusa y se condena a cientos de autores y periodistas", dijo Pamuk.El artículo mencionado sirvió de base para un proceso que tuvo que soportar el novelista por recordar que durante el imperio otomano habían sido masacrados millones de armenios, un tema que hasta día de hoy sigue siendo un tabú en Turquía.Pamuk contó, además, cómo para la escritura de su última novela recurrió a muchas viejas películas y canciones turcas, lo que en su momento no fue ningún problema gracias al portal de Internet YouTube."Hoy, en cambio, sí sería un problema. El acceso a YouTube, como a cientos de páginas web extranjeras, ha sido bloqueado para la gente en Turquía por razones políticas", indicó el autor de Me llamo Rojo."Tal vez, quienes detentan el poder estén satisfechos con ello. Nosotros, escritores, editores y artistas y todos los que participan pasiva o activamente en el proceso cultural, no podemos entender esa medida", agregó. El presidente Abdullah Gül, que estaba sentado en primera fila, aplaudió normalmente el discurso de Pamuk, pero su mujer sólo lo hizo tibiamente cuando el escritor regresó a sentarse a su lado.

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