Semana negra
Estamos en plena Semana Negra de Barcelona y el suplemento "Babelia" lo celebra dedicándole un amplio espacio. Entre los artículos, me llama la atención especialmente el de Justo Navarro que se dedica a recomendar algunos de los títulos que ingresan al mercado (algunas reediciones y novedades) en este semana. Entre los título menciona uno que , cuando era niño, fue para mí un libro tabú, deseado y temido al mismo tiempo, aunque sólo sea por su hipnótica carátula en edición popular que incluía una araña con cabeza humana: Nido de arañas (1945), de la neoyorquina Elisabeth Sanxay Holding (1889-1955).
Dice Navarro: "He pasado cinco días leyendo novelas de crímenes, observando el estado actual del crimen de entretenimiento, trece historias imaginarias sucedidas en más de veinte ciudades, de Grecia a China, obras de ahora mismo, más algún rescate de los años cuarenta y sesenta del siglo pasado. Es un placer leer hoy Nido de arañas (1945), de la neoyorquina Elisabeth Sanxay Holding (1889-1955), con su claro relato de la soledad en familia, su protagonista herido mentalmente por la guerra, y esas dos hermanas cogidas de la mano en una mansión donde los criados obedecen casi todas las órdenes. Pero esta novela criminal de casa de muñecas tiene poco que ver con los crímenes recreativos del presente, hijos de la economía contemporánea, en la que el gasto ocioso es tan importante como la producción. Se trata de crímenes sensacionales, por entretenimiento o arrebato, satisfacción inmediata de deseos en momentos de aburrimiento, sexo o política convertidos en espectáculo terrorista. El prosaísmo de los crímenes por dinero pertenece a épocas más primitivas, aunque sigan en ésta. Robert B. Parker (1932), en Cien dólares Baby, se ocupa de un prostíbulo para ricos de Boston, negocio que exige la presencia de Spenser, detective privado, y provoca varios asesinatos y palizas humorísticas. Personaje del Diccionario de novela negra de Javier Coma, Parker todavía encuentra en la serie negra histórica su museo y su modelo moral. Ricardo Piglia decía que en el género policiaco a la americana "el delito siempre está sostenido por el dinero: asesinatos, robos, estafas, extorsiones, secuestros, la cadena es siempre económica". El ojo de jade, de la pequinesa vecina de Londres Diane Wei Liang (1966), nos lleva a un Pekín bochornoso en primavera, hacia el año 2000. Como en un film noir de 1940, un ventilador gira en el despacho de la detective privada Mei Wang, empeñada en un caso de tráfico de arqueología de la dinastía Han. China vive la fase dictatorial del capitalismo, cuando la brutalidad es consustancial con hacer guanxi, es decir, tejer contactos e influencias
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