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Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Fabian Casas entrevistado

Fabián Casas en Página12. Fuente: Página12

El flamante premio Anna Seghers, Fabián Casas, ha sido entrevistado por Página/12 sobre su libro de ensayos Ensayos bonsai, a los que califican de "impredecibles". Casas no se anda con chiquitas a la hora de declarar "Aquí se veneran cosas estúpidas" y de pedir que se des-Airice la narrativa argentina. Pierna en alto.

Dice la nota: "Mundiales de fútbol e iconos del rock –Indio Solari, Charly García, Spinetta, entre tantos–, la familia y los amigos, la poesía de Eliot y de Daniel Durand, tramos de películas y pensamientos de filósofos, Olmedo y Serrat, el crack William Faulkner, la tirria de Saer porque Coelho vendía mucho y su propia tirria contra la invasión de los celulares, San Lorenzo, ideologías, Castaneda y Beckett, Aulicino y The Beatles: algunos asuntos sobre los que escribe Casas. “Antes que nada, tengo que avisar que soy un sentimental”, anota en “Tarde en la noche, viendo a Cortázar”, el primer ensayo del libro; ahí cuenta de su encandilamiento en la infancia ante un ejemplar de Rayuela, de su posterior triple negación “mientras cantaba el Gallo Airano” y qué pensó mientras avanzaba una entrevista televisiva a Cortázar y retrocedía el contenido de una botella de whisky que tenía a mano: “La literatura argentina cayó en la trampa de Aira, ¡es un agente de la CIA! Los escritores serios, los grandes gigantes, son mirados de soslayo: ¡reina el viva la pepa! Aira le hizo mucho mal a la literatura, la partió en dos, antes y después de él. De Operación masacre a Operación Ja já”. “Aira es un gran escritor, pero también está Cortázar: ¿por qué siempre tiene que ser Menotti o Bilardo, por qué no se puede cuestionar eso?”, apunta. “La gente no acepta que la cuestione, viven todos en el palco de Diego, saltan y dicen sos un genio, sos un genio. Y para un escritor eso es peligrosísimo. Le pasa a muchos rockeros: a Calamaro, al Indio Solari.” Casas dice que le interesan muchas otras cosas, además de la literatura, y que su actividad más consecuente por estos días es el karate. “Tengo tendencias melancólicas, y si no hago ejercicios me deprimo”, dice, y cuenta que lleva dos años en esta práctica y que antes hizo cinco de boxeo. Como no estoy dotado me cuesta un huevo –explica–; eso implica empobrecerse y tener que trabajar en un estado de incertidumbre, algo que es vital para mí.”

Por otra parte, sobre el Boom declara: "Del boom me molesta el cliché. Uno trata de trabajar contra eso para sentirse más real people. Me genera cierto fastidio porque fue armado por las editoriales; más allá de eso, tuvo escritores geniales: Vargas Llosa me parece extraordinario. Sin él no puede pensarse a Bolaño, otro gran escritor. Ni a Andrés Caicedo, un colombiano que se mató a los 25, sobre el que hay un ensayo en el libro. Pasa que me causa mucho rechazo la figura del escritor como estadista, como si tuviera gran incidencia en el mundo, como si el país estuviera esperando su reflexión. A mí me representa más una canción de Julio Iglesias que escuchaba mi mamá, me produce una memoria emotiva en el sentido de Proust. El concepto de “literatura argentina”, por ejemplo, me parece una garcha: impide pensar. Al Himno lo asocio con lo peor: sonaba cuando mi mamá me dijo que no fuera al colegio porque había caído Isabel Perón o cuando mi viejo me dijo copamos Malvinas"

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