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Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Pascal Quignard huraño

Pascal Quignard. Foto: Michele Laballe. Fuente: snes.edu

Las sombras errantes es el primer volumen de la trilogía Último reino, la obra más ambiciosa de Pascal Quignard y por la que obtuvo el premio Goncourt. Acaba de ser traducida por la editorial Elipsis y el corresponsal del ABC en París entrevista al autor que actualmente vive alejado del "mundanal ruido" de las editoriales, después de haber trabajado por más de dos décadas para Gallimard.

Dice el autor: "Estoy muy lejos de todas esas cosas que los ingleses llaman «modernistas», «vanguardistas». Yo me inscribo en un intento de transmisión de toda nuestra herencia. Desde los orígenes del lenguaje. Todas las posibilidades retóricas que se han intentado me parecen buenas y todas me gustaría integrarlas en mi aventura propia. Esto pudiera parecer muy pretencioso. Es su pregunta la que me incita a hablar así. Soy sincero, al menos. Si quiere, soy «anti modernista» (en la terminología anglosajona), «anti vanguardista». Soy un apasionado de tres cosas que quedarán del siglo XX: la etnología, el psicoanálisis y la lingüística. Están muy próximas del arte de contar cuentos. En el fondo, estoy más cerca del cuento que de la novela. Muy próximo del arte de contar anécdotas, cuentos, sueños, como los que nos asaltan cada noche y cada mañana nos dejan más perplejos. (...) yo soy un solitario, grave. En cuanto pude, dejé de trabajar. Me siento muy alejado de la cultura de salón europea. Quizá todo venga de mi escepticismo absoluto hacia la posibilidad de compartir dudas, cultura, de una manera elegante, en un salón, por correspondencia. Una cultura elegante que no duda ante la destrucción de la naturaleza que ella misma está consumando. Una cultura elegante que no duda ante la crueldad y el martirio que ella consuma. En tiempos de Mme. de Sevigné, la naturaleza ya se estaba alejando de nosotros y nosotros comenzábamos a destruirla."

Y sobre su alejamiento editorial declara: "Quizá fue una locura. Pero... la vida es muy corta. Ya llevaba veinticinco años en Gallimard. Me quedaban otros veinticinco. O más. Nadie se jubila en Gallimard, oiga. Y el oficio y el negocio de editar libros había cambiado radicalmente. Cuando yo empecé, me parecía vivir en el paraíso: ¡ganarme la vida leyendo libros y dando mi opinión! Luego, cambiaron las cosas. Y los editores terminaron convirtiéndose en agentes comerciales de los escritores. No era ni es lo mío. Me pareció que era el momento de marcharme. ¡Y por entonces no sabía como podría ganarme la vida..! Era algo así como salir de Egipto para los judíos: abandonar la «esclavitud» en busca de la tierra prometida. Algo así.

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