Codex seraphinianus
El Codex seraphinianus de Luigi Serafini cumple 30 años. Aquí la historia de un libro raro.
Dice la nota: "Un día de junio de 1976, un joven arquitecto romano cerró la puerta de su estudio en la calle de Sant'Andrea delle Fratte, a dos pasos de Piazza di Spagna. Acababa de volver de un largo viaje por California y desde hacía algunos meses le rondaban por la cabeza las vivas imágenes de una red de pescador y una telaraña. Luigi Serafini, entonces un recién licenciado de 27 años, era un tipo optimista: quería encontrar las conexiones entre los objetos y los acontecimientos del mundo, como si todo tuviese su lugar en los distintos nudos y embrollos de una malla gigante. Cogió un puñado de lápices de colores de forma hexagonal, unas hojas de papel tipo Vang, y empezó a dibujar. Sobre todo, verduras y flores. Una coliflor que parece una nube, una margarita llorona, una lechuga-tijera? Al día siguiente, una visita vio esas creaciones surrealistas y preguntó: "Luigi, ¿qué es eso?". "Nada, no sé, a lo mejor el comienzo de una enciclopedia", contestó casi sin pensarlo. La respuesta dio pie a una historia que comenzó con esos misteriosos dibujos y que en los últimos 30 años se ha ido alimentando de escritos de autores como Jorge Luis Borges o Italo Calvino, elucubraciones de ufólogos y lingüistas, pasiones de coleccionistas como Tim Burton y los últimos coletazos del movimiento hippy. Y, sobre todo, ha sido posible gracias a la intuición de un marqués dandi y excéntrico que supo ver antes que nadie su potencial y lo convirtió todo en un libro legendario.
"Cuando empecé a pensar en la lengua que había de acompañar las ilustraciones, me di cuenta de que estaba saliendo ella sola del lápiz", cuenta Serafini. "De todas formas, creo que tiene elementos estéticos del alfabeto árabe, de la escritura cuneiforme y de algunas lenguas muertas", admite. Decenas de expertos en lingüística han intentado, sin éxito, descifrar ese lenguaje. Algunos estudiosos lo vinculan al relato Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, esa intricada representación del cosmos escrita por Borges en 1941, y lo comparan incluso con el llamado manuscrito Voynich, un misterioso libro ilustrado escrito hace unos 500 años por un autor anónimo en un alfabeto irreconocible. El búlgaro Ivan A. Derzhanski, catedrático de la Universidad de Plovdiv, asegura, por ejemplo, haber encontrado la clave para interpretar el sistema numérico que marca las páginas del Codex, que se desarrollaría a partir de la cifra 21. "Y es que en realidad", recuerda Serafini, "el sistema numérico es lo único que sí se podría interpretar. Lo desarrollé conscientemente en función de no sé qué variable. Para mí tenía un sentido, pero después me olvidé de todo". Algunos han creído ver en esa lengua serafiniana incluso un mensaje alienígena, y han convertido el Codex en una especie de biblia de la criptografía. En Internet hay decenas de páginas web y blogs de apasionados que intentan descubrir el significado oculto del Codex, como si nos encontráramos en un cuento fantástico. Pero la realidad es más sencilla y, a pesar de todo, resulta más misteriosa que la ciencia-ficción. "Hay gente que no me cree, gente que dice que he sido raptado por unos marcianos y otros que se arrancarían el pelo por encontrar una secuencia matemática en esa lengua", dice Serafini con serenidad. "Pero no hay nada de todo eso. Yo soy firmemente laico y, sin embargo, creo en el arte. Si nos detenemos a mirar una pintura de Velázquez, vemos decenas de enigmas, misterios incluso indescifrables. Lo mismo ocurre con esa escritura que, de repente, me inventé. Se trata de una visión, de un lenguaje soñado. El misterio, para mí, consiste sencillamente en el acto artístico".
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Yo tengo uno. Mueran de envidia.
3:23 p. m.
asu que libro tan locazo, esa imagen que has puesto de muestra al comienzo del articulo esta recontra locaza.
que alucinante
guido cuadros
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