Ladrones de libros
[EL MERCURIO] Cuando estaba en la Universidad, tuve un amigo que se ufanaba de colocar en sus libros el día y la hora en que se lo había robado. Tenía una biblioteca impresionante, debo decir (su única disculpa, sin embargo, es que robaba para leerlos él; sé tambien anécdotas de varios autores jóvenes peruanos que robaronn libros en las librerías de Lima, o ferias del libro, solo por usura). Su método consistía en llevar a las librerías -en ese entonces sin puertas con alarmas- un vademecum que tenía recortado en el medio un gran agujero con el formato de un libro de Alianza Editorial (luego hizo otros modelos). Los ladrones de libros es el singular tema central de la edición de fin de semana de La Revista de Libros. Ahí no solo nos dicen cuáles son los libros más robados (Los detectives salvajes gana de lejos) o las técnicas más comunes (los abrigos enormes, las bolsas con platina, las amigas con escote para distraer) sino que entrevistan a los libreros para que cuenten su versión.
El poeta y librero chileno Sergio Parra, de Metales Pesados, sorprende en el artículo con sus originales declaraciones que incluyen una confesión de parte: él también fue un consumado ladrón de libros. Yo puedo dar fe de ello, por cierto. Sergio dice: "Roban poco o no me doy cuenta. También pueden ser muy buenos y habría que felicitarlos, como cuando alguien tiene un buen oficio". Además, afirma que prefiere hacerle un buen descuento a un ladrón y que la mejor manera de tratar a esos ladrones es dialogando. "En realidad, cuando a una persona se le trata mal, como a un delincuente, tiende a robarse el libro en mala, porque fue discriminada, y eso pasa en muchas librerías, donde la gente es mal vista porque anda con mochila, por el pelo o por su forma de vestir. Acá eso no pasa. Yo creo que por eso la gente cuida mucho la librería, porque no se le discrimina".