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Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Sigue la polémica


[BLOG] Luego del artículo de Daniel Salas, que terciaba sobre una discusión entre Héctor Ñaupari y Jorge Frisancho, como comenté en un post anterior, la polémica ha continuado. En "Puente aéreo", Gustavo Faverón ha colocado una respuesta de Félix Reátegui al texto de Ñaupari, en que dice" En el razonamiento de Ñaupari, por ejemplo, resulta claro que el mercado no es considerado medio sino fin en sí mismo; no comienza por reconocer, en primer lugar, la extrema diversidad de la vida social humana —llamemos a eso “libertad”—, la cual se expresa para el caso en la escritura literaria, para después ver cómo el mercado es la mejor forma de preservar esa diversidad en su dimensión económica; su razonamiento es al revés: el mercado tiene ciertas reglas para la circulación de bienes con ciertas características (libros no muy gruesos, ágiles, de tema inspirador), y por tanto son ellos los únicos que vale la pena que existan: o sea, hay que simplificar esa diversidad —digamos, estrechar la libertad— para que el mercado prospere. Con liberales así, los totalitarios del ayer salen sobrando".

Luego, en el mismo blog se cuelgan dos respuestas de Héctor Ñaupari, una a Daniel Salas titulada "Si eres un artista y los indios no te entienden" y otra a Reátegui titulada: "Un clemente menor". Coincido con la idea de Faverón, mencionada al comentar esas respuestas, de que Ñaupari en realidad no debate sobre los textos sino que atisba dos molinos de viento agitando las aspas y decide considerarlos "monstruos" al calificar los argumentos de ambos como "clasistas", lo que es insostenible si se lee con atención lo publicado por Salas o Reátegui, quienes más bien discuten los peligros del liberalismo mal entendido. En la respuesta a Salas, Ñaupari dice: "Lo que he venido combatiendo con este tema es justamente esa arrogancia del escritor, para el cual los lectores no existen y son seres despreciables, casi débiles mentales. Porque su resultado inmediato es la mala calidad de la literatura peruana y su alta tolerancia a la mediocridad. Como sólo nos leemos entre nosotros, nuestra medida de calidad no está sujeta al texto, a la historia que se cuente, a si es capaz de atrapar a cualquiera, sino a los petites Napoléons, esos pequeños dictadores literarios o sumos sacerdotes de esos todavía más pequeños cenáculos de los cuales está constituida toda, sino gran parte, de nuestra escritura". Mientras que en la respuesta a Reátegui, dice: "defiendo toda libertad con la misma pasión. Incluso la de aquéllos que desprecian el gusto popular y hacen mofa y ridículo de ese gusto en sus opiniones y comentarios. Siguiendo la senda de Voltaire, defenderé hasta la muerte la libertad de Reátegui de dar sus opiniones, aunque me hagan hervir la sangre (y también, supongo, la de MC Francia, intérprete de reggaetón). Aunque, como está visto, él no hará lo mismo por mí, pues alegará que mis opiniones eran en realidad interpretaciones suyas".

Finalmente, Daniel Salas dice algo más sobre el tema en el blog colectivo Gran Combo Club y promete próxima respuesta más extensa a Ñaupari: "Por ahora, quiero hacer notar lo falaz de su acusación: si creo que el arte no se debe someter al gusto de la gente, entonces soy una persona que desprecia a “la gente” (...) aquí se encuentra el punto principal de mi argumentación: más que discutir con Héctor Ñaupari, he tratado de comparar el peligro oscurantista que encarna el liberalismo populista y autoritario y que no debe confundirse con el liberalismo democrático y principista. Poner al mercado como balanza o criterio de cualquier experiencia de la vida es muy distinto que defender el principio de la libertad".
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