Inge Feltrinelli
[EL PAIS] Inge Feltrinelli, la presidenta de Giangiacomo Feltrinelli Editore, desde 1972, cuando su marido murió mientras manipulaba una bomba, recibió hace unos meses un galardón al Mérito Editorial en la FIL Guadalajara y ahora se encuentra en Madrid y ha sido entrevistada en El País. En ella habla sobre lo que significó enfrentarse, de la noche a la mañana, a la dirección de una editorial tan importante: "Consideré un deber absoluto el quedarme y seguir con el proyecto de Giangiacomo. Fue el momento más dramático de mi vida. Tuvimos que reconsiderar toda la política editorial, cortar colecciones y, aún me acuerdo hoy, despedir a 25 personas. El programa de mi marido era demasiado grande para un momento en el que atravesábamos por graves problemas financieros. Ante eso, los colaboradores se bajaron todos el sueldo y a la misma cantidad. Salvar la editorial se convirtió entonces en una misión para mí".
No pueden perderse su visión realista y experimentada sobre las librerías virtuales en Europa y el libro electrónico. Y tampoco su rechazo a la idea, expresada por André Schiffrin, de que exista una "edición sin editores". Dice: "Creo que un gran y exquisito editor puede existir en un gran grupo. ¿Un ejemplo? Sonny Metha, de Alfred Knopf, en Bertelsmann. Pero eso lo hacemos también en Feltrinelli: publicar libros buenos aunque sabemos que no venderemos ni 5.000. Se trata también de hacer catálogo: nosotros sólo publicamos 140 libros al año. Para un grupo como el nuestro, no es mucho. Y es que tenemos mucha venta de fondo (...) Los grandes personajes de la edición, Rowolth, Gallimard... ya no existirán más. Era todo otro sistema: no había agentes literarios, se producía mucho menos, el editor era el protagonista. Esos editores de gran personalidad, que trataban a sus escritores como a hijos, ya no existen. Todo eso ya no volverá. Los editores de hoy no conocen a nadie, todos provienen de grandes industrias. Ahora todo se ha mercantilizado en extremo. Todo es marketing cultural"