Gutiérrez comenta antología
[CORREO] Encuentro en el diario Correo de ayer una nueva entrevista a Miguel Gutiérrez, realizada por Carlos Sotomayor, en la que además de hablar de su nueva publicación, comenta la antología Toda la sangre de Gustavo Faverón, en la que participó. Su respuesta es muy curiosa: "La antología me parece que es buena. Se ha actuado con un espíritu abierto. Hay autores de provincias y de Lima. Y por otro lado, yo creo que el prologuista y el autor del epílogo tienen todo el derecho a tener concepciones particulares sobre lo que ocurrió. Es un derecho legítimo. Lo que no estoy de acuerdo es con el prólogo. Me parece manipulador. A mí me llamaron para pedirme la autorización de publicar un cuento que había escrito en el año 71, 72. Leo el prólogo y veo que este señor tiene una determinada idea para interpretar los hechos y saca citas para avalar su tesis. Y de repente hace una lectura de mi cuento descabellada: resulta que mi cuento es una especie de premonición y anuncio de la guerra. ¿Por qué? Porque mi personaje se llama Sául Lobato, y como Saúl es con S y Lobato con L: Sendero Luminoso. Y claro, como en la polémica me han acusado de senderista, los incautos pueden decir: ah, sí, pues".
Aquí se debo aclarar algo justamente para no caer en manipulaciones. Nadie acusó en la polémica Andinos vs. Criollos a Miguel Gutiérrez de "senderista". Lo que Fernando Ampuero escribió en un artículo fue: "no hay que olvidar que hasta 1986, en su ensayo La generación del 50, afirmó nada menos que Abimael Guzmán era una inteligencia superior y el gran paradigma de los peruanos [Pág. 263]. (¿Quién es, entonces, el sectario? Sendero Luminoso sí que era una secta)". ¿Mintió acaso Ampuero? No, desde luego que no. Todos los que se acerquen a ese libro pueden leer las alabanzas a Abimael Guzmán (que fueron citadas textualmente en otro artículo por Alonso Alegría), así que no hay mentira ni mitología, pero tampoco acusación de haber pertenecido a Sendero. Lo que ocurre es que para muchos, esas alabanzas (y en general, la relación directa o indirecta de algunos escritores peruanos con grupos terroristas) es el gran tema tabú de nuestra literatura, y por eso quienes "osan" comentarlo son acusados de inmediato de "soplones", "manipuladores", "criollos" o "hegemónicos".
Sin embargo, si nos hacemos los de la vista gorda sobre la correspondencia de algunos autores con ideologías sectarias nos faltará un dato vital, trascendente, para entender la división que existe entre escritores peruanos actualmente. Porque, aunque lo quieran negar con placebos tipo las "mafias literarias", los "lobbys" o "los pitucos que manejas los medios", el gran tema aquí es la fractura ideológica que no solo es un tema personal, sino que también podemos rastrearlo en las obras y en la crítica literaria. Al respecto, quiero decir que si tenemos en cuenta que Sendero Luminoso ya existía en la década de los 70 como una fracción extremista del Partido Comunista Peruano; si una larga serie de intelectuales, como el mismo Gutiérrez acepta en su ensayo del 86, conocían personalmente a Abimael Guzmán cuando éste era profesor universitario y, por tanto, no es inverosímil pensar que muchos de estos vinculados al socialismo (como el grupo "Narración", al que perteneció Miguel Gutiérrez) supieran de las acciones de Sendero en los 70; si conocemos la relación familiar de Miguel Gutiérrez (que él jamás ha negado, y fue tema de su ensayo Celebración de la novela) con acusados de terrorismo, como su esposa y su hijastro (ambos fallecidos en penales); si tomamos en consideración la alta estima que tenía Gutiérrez por el líder senderista y, por tanto, por las acciones de Sendero por lo menos hasta 1986; entonces ¿por qué no puede ser válida, por lo menos como hipótesis, la lectura de Gustavo Faverón según la cual las siglas de Saúl Lobato estarían vinculadas a Sendero Luminoso? La respuesta es una: tabú. O quizá una más precisa:censura.